—¿Duele morir?
Todos me miraron con pena pero, para mi asombro, eso no era lo que yo sentía.
Lágrimas resbalaban por mis sientes y humedecían mi cabello, pero no estaba triste. Había vivido la mayor experiencia en mi vida y sabía que podía marcharme tranquilo porque todo cuanto pude hacer, lo hice.
—Será como dormir —respondió el cirujano.
—Me gusta dormir —le aseguré con un asentimiento.
Varios de ellos sonrieron y eso sólo me demostró que lo que estaba haciendo estaba bien, que todo iría bien.
—Pues vamos a echarnos una siestecita, ¿vale?
Después de aquello simplemente observé el foco sobre mi, esperando que la anestesia empezase a hacer efecto. Me sorprendía no tener miedo, estar tan tranquilo sabiendo que todo acabaría ahí, más teniendo en cuenta que siempre había término a la muerte. ¿Sería porque esta vez sentía que sí era mi hora? Sentía una paz extraña dentro de mí, la cual iba aumentando a medida que mi cuerpo y mis sentidos se iban adormeciendo. Mis párpados estaban a punto de cerrarse, pero aún así me las apañe para murmurar:
—Diles que me fui en paz y que los cuidaré. Siempre.
No sé si me oyeron, esperaba que sí, tampoco alcancé a oír si alguno de ellos me respondía. La oscuridad me abrazó como una cálida manta que nunca más me soltaría, pero estaba feliz. Sonreí en mis adentros al saber que todo iría bien. Podía irme tranquilo, podía dejar de luchar y simplemente dejarme ir porque todo iría bien.
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*¿Empezamos? ;)
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Hasta que ya no esté
Teen FictionLucas es un chico corriente, con una vida corriente como la de muchos adolescentes de 17 años. Va al instituto, trabaja a medio tiempo y solo tiene ganas de que llegue el fin de semana para salir con sus amigos de fiesta. Su vida ha sido siempre muy...