La Menor De Los Verstappen. || Leah Verstappen.

¿Mamá?...

...

-Ahora sí, dime qué está pasando.- digo al subirme al auto de mi hermano. El empieza a conducir sin contestar.- Max si no me dirás nada, te tendrás a quedar más de lo esperado en el hospital.- lo amenazo. Se queda callado hasta que por fin me dice algo.

-Dijeron que despertó por unos minutos pero luego se desmayo y todavía no despierta.- ambos nos quedamos en silencio. -Que solo decía un nombre desesperadamente, pensaron que estaba delirando y no...

-¿Que nombre?- lo interrumpo. Todo da vueltas. ¿Por qué mi madre diría un nombre apenas despertar de un coma?

-Tu nombre, Leah.- estoy aún más confundida. Se que soy su hija, pero decir mi nombre así es algo a lo que no le encuentro sentido.

-¿Porque diría mi nombre?

-Estaba por decírtelo pero me detuviste. No llegaron a preguntarle por toda la adrenalina que tenía en el cuerpo.- esto se está haciendo cada vez más raro.

Llegamos al estacionamiento y entramos rápidamente. Una vez en la habitación de mi madre nos sentamos en los lados de su cama, un rato después llega el doctor.

-Buenos días, señor y señorita Verstappen.- dice y nos asiente a cada uno en modo de saludo. -Como ya deben saber, su madre despertó. Fue muy de repente y antes de lo sucedido no dió señales de que iba a pasar.

-¿Está a salvo?- escucho hablar a mi hermano.

-Si, la estabilizamos y esta bien ahora. Tendrá que quedarse para hacerse estudios.

-Esta bien doctor, muchas gracias.- dice Max. Yo solo veo a mi madre y escucho la corta conversación de los hombres. -Ya lo escuchaste, está bien.- vuelve a hablar él pero hacia mí.

-Si...- digo en un susurro.

...

Estamos hace 3 horas en el hospital y mi madre todavía no despierta. Ya sé lo conté a Camille y ya esta en camino.

-Leah es tarde, tienes que descansar. Te levantaste muy temprano.

-Estoy bien Max. Tengo que esperarla.- dije dejando la revista que estaba leyendo.

-No estás bien, te conozco hermana.

-Con un café se me pasará. En serio.- Max sabe bien que cuando no quiero hacer algo, es imposible que alguien haga que cambie de opinión. Él asiente y empieza a caminar a dónde supongo que es la cafetería.

Mi hermano tiene razón, no soy de quedarme mucho tiempo sin dormir pero en este momento no puedo pensar en eso, no quiero que se despierte y este sola.

Veo llegar a mi mejor amiga por el pasillo contrario por el que salió Max. Tan pronto me ve empieza a correr hacia mí y me abraza.

-¿Estás bien?

-Si... El doctor dijo que está fuera de peligro y que podremos hablar con ella en cuanto despierte.- dije separándome de ella.

-Eso es bueno. Tu tranquila, yo me quedaré contigo toda la noche.- le sonreí. -¿Ya comiste?- negué con la cabeza. -¿Quieres algo? Porque yo muero de hambre.

-Tu siempre tienes hambre, Camille.- Dije riendo.

-¿Quieres o no?- dijo también sonriendo.

-Creo que Max está buscando algo.- en cuanto terminó la frase llega el doctor y se mete a la habitación de mi madre. Miro a mi amiga con miedo.

Veo al doctor salir y me levanto de mi asiento rápidamente.

-Ya despertó, pueden pasar.- dice él con una sonrisa. Me apresuró a entrar al cuarto y veo a mi madre sentada en la cama viendo hacía sus manos.

-¿Mamá?- sus ojos verdes se encontraron con los míos por primera vez después de casi 9 años. Esos largos años en los que no pude hablar con ella, escucharla reír y sentir sus calidos abrazos.

-Leah...- me acerco a ella y la abrazo lo más fuerte que puedo.

Muchos recuerdos vienen a mi cabeza... Como cuando íbamos a patinar en los canales luego de la escuela o de las carreras, cuando me llevaba a comprar cosas que gustaban en mi cumpleaños, cuando nos escapabamos de mi padre solo para hacer cosas juntas que el no aprobaba. Demasiadas cosas bonitas que espero que nunca se borren de mi memoria.

-Te extrañe muchísimo mamá...- dije con un hilo de voz.

-Hija... Lo siento tanto... Te deje sola contra todo, no estuve allí para tí y... Estás tan grande y hermosa.- dice entre lágrimas, separándose de mí con una sonrisa.

-No tienes porque mamá, no fue tu culpa. Aun que no pudiste estar conmigo se que siempre me apoyabas... Tengo tantas cosas que contarte...

-¿Max?- dice mi mamá y yo giro hacia la puerta, lo veo a el con la boca abierta y con dos tazas de café, una la cual estaba un poco más inclinada y dejaba que cayera el liquido del interior. -Ven aquí hijo.

El se acercó, dejando las tazas en la mesa a un lado de la cama, se dejo caer en la silla y la abrazo. Ambos estamos en los brazos de nuestra madre, consiente.

Estamos de nuevo con nuestra persona favorita en todo el mundo y la única que siempre sabremos que está para nosotros.