Ya se acercaba la navidad. Una fecha emotiva y muy fiestera para todo el mundo; ya sea religioso o no, todos se unen para esta bella festividad.
James no había querido ir ese día a trabajar, le dijo a Moody que tenia cosas mucho más importantes, que lo hizo salir del ministerio antes de las seis de un veinticuatro de diciembre.
Era navidad y no la pasaría con Clarissa.
Conocía las festividades de Hogwarts y sabía que las navidades eran muy bonitas, con grandes árboles, banquetes fenomenales y y regalos entre la comida. Recuerda que lo paso su primer año con Sirius, el pobre estaba algo deprimido pero lo suficiente activo para celebrarlo y James lo hizo así.
Por ello no se molesto cuando Clarissa le dijo que las iba a pasar ahí ya que los Weasley tendrían un viaje para visitar a su hijo (Todo eso fue dicho por Charlotte ante el permiso que pidió), entonces James debía de buscar algo de entretenimiento.
Le dijo a Sirius que se vaya tranquilo con Remus a visitar a sus suegros, que lo dejaran tranquilo y que él se las vería que hacer. No es como si las fiestas se fueran a acabar. Cualquier día se puede celebrar.
Por ello, tomo su abrigo (uno muggle) y salió en búsqueda de regalos. Iba a ir a Hogwarts un par de minutos a saludar a Dumbledore y a su hija antes que las campanas toquen.
Era una excusa tremenda, pero quiere aferrarse a esa desastrosa idea que la realidad.
En el centro comercial, James miraba las diversas tiendas con aire curioso, palpando en sis bolsillos si trae algunos billetes muggles, para su suerte es así.
Entre los escaparates se encontraron diversas cosas como: Largos vestidos sobre maniquíes, abrigos grandes, zapatos y mucho glamour.
Durante el camino, entre la ropa de hombre, se encontró con trajes muy bonitos que usaría, pero la idea que Nathan las use, hizo que acelere el camino y se dirija hacia la tienda de juguetes.
Se notaba mucho más movido de lo acostumbrado, muchos hombres y mujeres de edad corretean entre los pasillos en la búsqueda del regalo perfecto o deseos de sus hijos.
James ya sabía lo que su hija quería, entonces solo camino hasta aquel lugar donde los juegos mentales estaban ahí.
No sé en qué momento, Clarissa les gusto esos juguetes. De un día para el otro estaba tan callada, ideando la manera de armar ese cubo de colores, entretenida, fija en su objetivo, ignorando a James sobre todo momento, hasta que, al espiarla por la ventana, se encontró al niño Henry explicándole de forma sabionda los códigos raros para armarlo.
James es inteligente, se considera alguien hábil y muy instruido, pero e el preciso momento que Clarissa intentó explicarle, se quedó totalmente mudo de la confusión. Su cabeza no llega a ese punto.
Entre las diversas opciones, tomo las más extrañas. Un triángulo, un cubo de más piezas, incluso un rompecabezas para que estuviera entretenida y no le haga desastres a su sala.
Con ello a la mano, se dirigió a pagarlo en la primera cajera vacía. Una jovencita de casi veinte años, la saludo con una sonrisa brillante y las orejas algo sonrojadas. James le mostró casi lo mismo y puso los cubos cerca de la caja registradora.
—¿Son para su sobrina? —pregunto la jovencita algo nerviosa.
James la admiro desde su punto, observando su cabello castaño en un moño, el poco maquillaje que bañaba su rostro pálido y suave, embelleciendo sus facciones dulces.
Es linda, se dijo James así mismo.
—No, son para mi hija.
Algo le evitó mentir y seguir recibiendo esas sonrisas tímidas que la joven le daba. Ahora solo tenía en frente a un muchacha desilusionada y más callada de lo costumbre, haciendo todo lo posible para cobrar los juguetes.
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Hey Jude² | Wizarding World
Fanfic[Segunda parte] Continuación de "Changes" Clarissa Potter ha vivido una vida normal con su excéntrico padre James Potter y sus padrinos Remus Lupin y Sirius Black. Sin embargo, después de haber cumplido 11 años, las cosas se han puesto demasiado r...