La niña tuvo motivos para querer

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«Vamos a ver, vamos a ver, la niña tuvo motivos para querer...»

Se oía de fondo la voz de Jairo que cantaba, otra vez, la misma canción, a través del parlante del tocadiscos. Melina y Valentino se encontraban muy ocupados en ese momento, absortos en el trabajo que tenían que terminar para el lunes. Aun así, ninguno de los dos parecía perderse ningún detalle de aquella canción.

Ni tampoco de ellos mismos. Aunque eso lo disimulaban muy mal en ese momento. De tanto en tanto, se echaban miradas de soslayo, preguntándose por lo que el otro pudiera estar pensando en realidad. De tanto en tanto, sus manos se rozaban por casualidad.

«Muchacha que haces chispitas en el cielo del revés, para que la noche pueda calmar mi sed... »

Seguía la canción, mientras ellos se afanaban, aquella tarde noche de sábado, en terminar con ese proyecto. Aunque, cada vez, se les hacia más difícil el asunto de ignorarse para prestar atención a lo que hacían.

Se encontraban solos en el departamento. Demasiado cerca el uno de la otra. Pero, Valentino no se podía quejar. Pues, había sido idea de él, que estuvieran en esa situación.

Todo eso, gracias a la supuesta excusa de que a su madre no le gustaba para nada que llevara chicas a su habitación. Único lugar donde podrían estudiar con calma.

Eso le había dicho, cosa que era cierto, y ella lo había entendido a la perfección, cosa que agradecía profundamente. Pero, a decir verdad, había otros motivos para esa visita. Unos motivos menos inocentes.

Ya había visto como ella comenzaba a caer con mucha facilidad en su trampa. Tanta facilidad que, sintió deseos de ver qué podría llegar a ocurrir si tensaba un poco más las cuerdas de su red.

En el instante de haberlo pensado, a él le había parecido una idea fácil. Pero, en ese momento, teniendo todo el tiempo del mundo y toda la intimidad que necesitaba, se tuvo que reconocer que, aquella tarea, de fácil no tenía nada.

Estando a solas, pudo notar que, por desgracia, ella volvía a mostrar esa actitud de tenso nerviosismo. Y, para colmo de todos los males, él no estaba tan relajado como le hubiera gustado estar. Pero, si algo era realmente característico en él eso era su terquedad a la hora de querer insistir en lo que ya tenía planeado.

«Poca cosa es la esperanza, cuando todo pasó ayer y mirar hacia adelante, suele doler...»

Dijo Jairo como si quisiera recordarle que, justamente el viernes había tenido la oportunidad perfecta para hacer algo más. Una oportunidad que había desaprovechado y ahora solo le quedaba analizar mejor la situación para conseguir de nuevo ese momento específico.

Cansado de estar encorvado sobre la maqueta en la que trabajaban, se estiró con un sonoro bostezo. Quizás, no había sido tan buena idea. Pero, debía reconocer que al menos, como compañera de estudios, era lo mejor que le había ocurrido en su vida.

Ambos congeneaban muy bien a la hora de llevar a cabo las ideas artísticas. Además, ella, al igual que él, era muy aplicada cuando hacía el trabajo y no se detenía a descansar hasta tenerlo todo terminado. Casi no habían hablado. Pero, quizás, eso también se debía a la tensión del ambiente.

Miró la hora y se dio cuenta que, por desgracia, debería estar en camino en ese momento o ya no llegaría a su casa, por esa noche. Suspiró resignado. Uno de los motivos por los que odiaba el gobierno de facto en el que se encontraban, era por esos malditos toque de queda que lo obligaban a hacer las cosas con prisa para poder estar en su hogar y no preocupar a su madre con su ausencia.

-Eh... Melina... Creo que me voy yendo...- reconoció con un poco de fastidio, como un niño caprichoso que no quería que aquello se acabara, miró la maqueta, dándose cuenta de todo lo que faltaba por terminar- ¿Qué hacemos con esta porquería? Mañana no puedo venir, trabajo todo el día y... Bue ¿Querés que me la lleve y la siga en casa esta noche? Así la tenemos lista para el lunes ¿Te parece?

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