10. La mujer que me gustaba

579 51 6
                                    

♫✰──────✧A♡ J ✧──────✰♫

♫✰──────✧A♡ J ✧──────✰♫

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jessy:

El sonido de mi teclado resonaba en la oficina, marcando el ritmo constante de un lunes típico en la editorial. Sin embargo, algo no encajaba en ese día. Algo faltaba, una pieza importante en este rompecabezas diario.

Mis compañeros de trabajo me miraban con curiosidad y comenzaron a hacer preguntas sobre Serena. "¿Sabes qué pasó con la jefa? No la hemos visto en toda la mañana", preguntó uno de ellos, con evidente curiosidad. Otro especulaba: "¿Estará enferma? No es usual que falte así sin avisar".

—Honestamente, no lo sé".—Respondí finalmente, con un suspiro de frustración. "No he recibido ningún mensaje ni aviso de su parte. Esperemos que no sea nada grave".

Me encogí de hombros, sin poder ofrecer otra respuesta clara. La ausencia de Serena había creado un ambiente tenso y cargado de nerviosismo en la oficina, y yo misma me sentía desconcertada por la situación.

A lo largo de la mañana, mis compañeros intercambiaron especulaciones sobre la causa de su ausencia. Mientras tanto, yo me debatía entre la preocupación por ella y la inquietud de como afectaría nuestras tareas diarias. Ella no solo era mi jefa, era la mujer que me gustaba.

Presentía que su ausencia se debía al encuentro amoroso que tuvimos el fin de semana, pero no podía estar segura. A pesar de la incertidumbre, una parte de mí esperaba que ella estuviera bien y que simplemente tuviera otros compromisos que la mantenían ocupada. Sin embargo, la falta de cualquier comunicación de su parte solo aumentaba mi preocupación. Decidí mantenerme ocupada con el trabajo pendiente, pero mi mente seguía divagando, preguntándome qué podría haber sucedido y qué significaría para nuestra relación laboral y personal si mis sospechas resultaban ser ciertas.

En la hora del almuerzo, estaba con Santiago y Lola en la cafetería. Estar con ellos siempre levantaba mi ánimo, incluso en los días más difíciles. Mientras compartíamos nuestras comidas, Santiago comenzó a contar uno de sus chistes malos,y por un momento, me sentí agradecida de tenerlos a mi lado, brindándome un respiro de las preocupaciones del día. Aunque Serena seguía en mi mente, por ahora, me permití disfrutar este pequeño momento alegre con mis compañeros.

—¿Han oído sobre el restaurante en la Luna?

—No, ¿qué tal es?

—Dicen que la comida es genial, ¡pero la atmósfera es un poco carente!—(sonido de grillos) La verdad es que los chistes de Santiago no eran para nada buenos.

—¡Ja! Pobre Santiago, al menos tiene un buen sentido del humor sobre sí mismo. A veces los chistes malos son los mejores.—Lola, por otro lado, era muy graciosa y una excelente amiga.

Suspiré y pensé que no debería preocuparme tanto. Tal vez la causa de su ausencia era un compromiso que no podía posponer. Como es una mujer un tanto ocupada, puede que no le diera tiempo para avisarme. Así que, engañándome a mí misma, decidí esperar hasta mañana.

Antes de ti, no había nada en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora