5. Una sorpresa inesperada

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—La verdad es que su propuesta me sorprende un poco, pero me encantaría invitarla a cenar

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—La verdad es que su propuesta me sorprende un poco, pero me encantaría invitarla a cenar. ¿Qué prefiere comer usted? —Permanecí en silencio, pensado en cómo responderle. Había sugerido que me invitara a cenar para ver su reacción y divertirme un poco, pero nunca esperé que ella aceptara.

—Pues la verdad, soy un poco exigente con la comida, no como cualquier cosa. ¿Tienes alguna recomendación, Mendoza?—Dije, manteniendo la compostura, no quería que ella percibiera el impacto que esta situación causaba en mí.

Por lo general, no solía entablar relaciones personales con mis empleados, pero sentí un impulso por conocerla más a fondo. Decidí que esta sería la ocasión perfecta para descubrir más sobre quién era ella en realidad, más allá de su papel en la empresa. Así que, a pesar de mis comportamientos habituales, opté por darle una oportunidad y acepté su invitación a cenar..

"Por el bien de la editorial, era necesario conocer con quién estaba trabajando"

Quería entender qué la motivaba, qué pasiones la impulsaban, y cómo era fuera del entorno laboral. Esta decisión representaba un cambio en mi forma de interactuar con los miembros del equipo, pero estaba dispuesta a explorar nuevas dinámicas y descubrir dónde podría llevarnos esta experiencia.

—No creo que lo que yo pueda recomendarle le vaya a gustar. —Expresó con una pizca de duda

Al ponerme de pie de manera repentina, sentí un mareo abrumador. En ese instante, Mendoza se acercó rápidamente y me sujetó firme por la cintura, evitando que perdiera el equilibrio. Sorprendida, me pregunte cómo había llegado tan rápido hasta donde yo estaba. En ese momento, nuestros ojos se encontraron, estábamos muy cerca una de la otra.

Era asombroso contemplar sus ojos de cerca y perderme en su profundidad. Admirar la suavidad de sus labios despertó en mí un impulso, no tanto por el deseo hacia ella, sino más bien por la curiosidad de experimentar y descubrir cómo se sentiría besar los labios de una mujer por primera vez.

—"Ya suélteme, Mendoza, me siento bien. Es solo un pequeño mareo". —Le pedí con firmeza, tratando de disminuir la incomodidad de la situación.

—Si está segura, yo puedo ayudarte a sostenerse. ¿Quiere que la ayude a sentarse otra vez?"

—Estoy segura, Puedo manejarlo. —Después de escucharme, de todas formas me ayudó a tomar asiento. La miré mal al principio, pero al final acepté su ayuda.

—¿Qué te parece si vamos a cenar otro día? No creo
que puedas aguantar mucho más tiempo sin comer.

—Es la primera vez que escucho algo coherente de lo que dices.

Antes de ti, no había nada en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora