Capítulo 1

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-Reo levanta el brazo, espalda recta.

Corrigió Baji sensei paseándose por el tatami hasta llegar disimuladamente hasta el abuelo de su amigo, quien observaba desde el banco.

-¿Cómo los ves?- preguntó el anciano.

-La postura de Reo es horrible, no hace nada bien. Se va a quedar atrás.

-Para eso estás aquí, para que eso no suceda.

-No va a estar preparado para el examen.

-Tienes tres opciones; motivarlo o abandonarlo.

-¿Y la otra?

-Que abandones tú. Él no va a dejar a sus amigos, así que tú eliges su destino.

-Si me centro en que mejore ignoraré al resto de la clase.

-Entonces ¿qué vas a hacer?

Mansaku Sano miró el reloj de la pared y se levantó ayudado del bastón.

-LA CLASE HA FINALIZADO.

Los niños enfocaron a Baji y se despidieron en señal de respeto, las cabezas se inclinaron a la vez y el pelinegro respondió de igual manera, solo así podían abandonar el dojo. Los infantes corrieron a los vestuarios para no hacer esperar a sus familiares mientras Keisuke recogía y limpiaba inmerso en sus pensamientos, pues al principio cuando ayudaba al abuelo Sano solo era su mano derecha, pero desde que se había jubilado debido a su reducida movilidad todo se le hacía cuesta arriba. Cada día había más niños y muchas de las matrículas las había tenido que rechazar por falta de tiempo, ya que su verdadero trabajo estaba en la tienda de mascotas, sin contar con que seguía intentando graduarse como veterinario.

-Baji.

Sin darse cuenta de que lo habían llamado se despojó del cinturón haciendo que su kimono se abriera.

-BAJI.

Se giró rápido al oír la voz de su antiguo sensei.

-¿Qué?

-Algunas madres preguntan por ti.

Suspiró cansado -voy a limpiarme.

El coqueteo de las madres era algo tan recurrente que hasta podía ver el panorama en una imagen mental muy clara mientras se duchaba. Los niños estarían merendando y jugando entre ellos mientras las mujeres lo esperaban ansiosas, muchas de ellas divorciadas y listas para abordarlo, algunas acompañadas por sobrinas e hijas de su misma edad.

No le importaba tardar mucho porque sabía que lo iban a esperar, algo que le era desagradable, por eso algunas veces incluso había salido por la ventana, y desde que una vez lo esperaron en su moto pocas veces la llevaba, prefería caminar o coger el transporte público cuando no estaba de ánimo para agradar. Aún y todo salió por la entrada solo por si tenía que hablar de algo importante, porque esas cosas nunca se sabían.

-Buenas tardes sensei- saludaban algunas.

-Buenas tardes señoras- contestó agradable con la mochila colgando de un hombro.

-No es justo que no nos deje entrar a ver los entrenamientos.

-Los niños podrían distraerse- se excusó vagamente.

-Me pregunto si solo lo hace para librarse de nosotras.

El chico iba caminando entre ellas.

-¿Todo va bien?- preguntó para poder huir.

ANHELOS AL SUSPIRAR - BAJIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora