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Esta semana comenzaba el séptimo mes y me sentía muy emocionada porque Mel me daba detalles sobre mi y nosotras qué seguramente comenzaba a recordar como; el día de mi cumpleaños, la postrería qué por ahora estoy dejando en manos de mamá, el día de nuestro aniversario e incluso cosas tan sencillas qué pueden sonar absurdas pero que necesito hacer como; los zapatos debidamente acomodados y en su lugar o siempre tener mi libreta de ideas sobre la mesa qué esta en la sala, sí la libreta no esta y me surge una idea y no la anotó puede ser un día catastrófico.

Del igual forma ella a comenzado a hacer cosas rutinarias o inconscientes como; salir sin llaves, dejar la luz de su oficina encendida por las noches o cuando llega a casa siempre dejar su camisa sobre el sofá. Porque sí, ya volvió al trabajo y eso es algo que le esta haciendo muy bien, en primera porque le ayuda a mantener su mente ocupada en lo que más ama; diseñar y segunda esto parece ayudar para recordar pequeñas parte importantes de nuestra vida.

—Mati me dijo que vendrá a cenar a las ocho. —dijo llegando e inmediatamente vino a dejar un beso en mi cabeza y comenzar a acariciar mi vientre. —Hola preciosa. —beso mi abultado vientre. —¿Te portaste bien? —cuándo llega hace una pregunta distinta. —¿Todo bien? ¿No te dio batalla?

—Hola a ti también Mel. —dije sarcástica porque solo saludó a su hija. —Hoy a estado inusualmente tranquila y solo estuviste un par de horas fuera. —le recordé, porque no quiere estar lejos de nosotras, pero gracias a Mati qué la hace ir a la oficina para revisar proyectos y analizar cuales son viables para aceptar, eso la tiene ocupada. —¿Sabes por que viene a cenar?

—No, solo dijo que tenían algo importante de decirnos. —entendí que Alma también viene, ¿será que nos darán la sorpresa de que también van a ser madres? —¿Quieres cocinar o pedimos algo? —preguntó mientras se recostaba y dejaba su cabeza sobre mis piernas.

—Estas cansada —no era pregunta, podía notarlo no solo en su mirada sino también en su actitud.

—Si, solo fueron tres horas en la oficina y siento que me desmayo. —explicó cerrando los ojos.

—Debes volver a fisioterapia, lo necesitas no quiero que tengas un accidente cuando visites las obras. —le pedí preocupada porque hace exactamente tres semanas dejo la terapia diciendo que se sentía tonta. —Sé que no te gusta pero va a ayudar a tu cuerpo.

—Lo sé… voy a llamar a la clínica para pedir sesión otra vez. —se estaba durmiendo y tenia al menos dos horas para descansar. —Tengo mucho sueño… —susurró acomodándose mejor.

—Recuestate bien, iré a llamar para pedir la cena y me daré una ducha. —me levante y ella abrazo un cojín, en instantes se quedó dormida.

Aproveche para arreglarme y estar presentable para la cena, justo diez minutos antes de las ocho llegó la cena del restaurante favorito de Mati y de Mel, ellas dos juntas son amantes de la comida y les encanta visitar diferentes lugares para probar cosas nuevas.

—Meli… —susurre después de recibir la comida. —Cariño, arreglate un poco ya estan por llegar Mati y Alma. —asintió y se sentó en el sofá, se acercó y dejó un beso en mis labios.

—Te amo, preciosa. —solía decirlo cuando menos lo esperaba y hace dos días comenzó a hacerlo de nuevo y me encanta.

—También te amo. —se levantó para ir al baño y cuando regresó traía la camisa que deje para ella sobre la cama. —¿Como estuvo tu día?

—Bien, comenzaremos dos obras importantes, una privada y la otra pública gracias a Mati…

—¿Gano la licitación? —pregunte, sabía que hizo todos los trámites pero nadie me dijo que si la obtuvo.

Recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora