La alarma sonó anunciando un nuevo día. Enid se levantó, caminó hasta su baño; tomó una larga ducha relajante, fue a su vestidor y busco su ropa de oficina, al estar vestida y maquillada. Camino hasta la cocina, prendió el televisor mientras preparaba un delicioso y ligero desayuno, mientras que las noticias pasaban en el canal 12.
Enid Sinclair una joven empresaria que, con 22 años, ya era una de las mujeres más ricas de todo el mundo. Estaba en el top 10 mundial de los más ricos, sus empresas en New Jersey y en varios países la colocaban en ese lugar y su gran inversión en la bolsa de valor. Quien iba a pensar que cuando su padre la dejó frente a una empresa en quiebra a sus tan solo 19 años ella podría levantarla sin aún haber terminado la universidad.
-Buenos días.
Saludo con alegría al guardia de la entrada de su empresa, se dirigió a su oficina con una sonrisa alegre en el rostro saludando a todos sus empleados.
-Buenos días, Luz-saludo a su secretaria agradeciendo por el té que la esperaba.
-Buenos días Srta. Sinclair-la siguió-Hoy el día es un poco más calmado que ayer.
-Pásame el cronograma del día-cuando dijo eso, su vista se desvió a la foto que tenía sobre su escritorio.
No pudo evitar que una sonrisa tonta apareciera en su rostro, de todas sus fotos con ella. Esa en especial era su favorita; había sido tomada el día de su regreso al país. Enid tuvo que salir a un viaje de trabajo por un mes, y al volver su mundo se tranquilizó al verla a ella ahí, en el aeropuerto esperándola con un ramo de flores y un gran abrazo.
-Es una hermosa foto Srta.
-Gracias Luz-dijo sincera con una sonrisa en su rostro.
A pesar de que Luz era una mujer de unos cuarenta y tantos años, notaba el amor sincero que Enid le tenía a esa chica. Luz una mujer bajita de estatura, un poco de peso y con el cabello pintado ya con algunas canas, su sonrisa simpática y sincera. La honestidad y lealtad que le tenía a su jefa.
+
Al otro lado de la ciudad, un hombre corría por su vida. Las cosas no habían salido como las había planeado, él había estado tan confiado de su suerte que se atrevió a apostar más de lo que tenía en el bolsillo. Nunca imaginó que los hombres que estaba tratando eran miembros del cartel más grande y peligroso de New Jersey.
Llegó a un callejón donde se vio rodeado sin salida, de una camioneta 4x4 negra blindada salió un hombre escoltado por tres más de traje Gucci.
-Homero, Homero. Ya no tienes a donde correr-habló el hombre, riendo con gusto. Siempre era para él un placer ver a sus víctimas temer-Será mejor que me pagues lo que me debes ¿Dónde está el dinero?
-No lo tengo-al decir eso, el hombre de barba blanca le hizo una señal a sus gorilas para que tomaran al hombre- ¡Espera! Dame solo unas semanas más y lo tendrás todo, hasta el doble.
-Te hemos dado demasiado tiempo ¿Cómo podemos estar tan seguros de que esta vez sí pagarás?
-Si no te pago...-trago al pensar en sus palabras-Podrás matarme y esta vez no correré.
-No-Homero miró al hombre sorprendido-Si no me pagas dentro de unas semanas, iré contra tu familia. Los mataré lentamente mientras te hago mirar y escuchar sus gritos de dolor, los despellejare vivos y después te serviré sus órganos de comida. Para después matarte.
Homero trago pesado, sabía que ese hombre cumpliría con su palabra.
-Golpéame -pidió
- ¿Qué? –dijo asombrado el hombre
-Haz que uno de tus hombres me dé un golpe en la cara.
Les hizo una seña a sus chicos para que lo golpearan. Fue el primer hombre en tirar el golpe, después el segundo y así turnándose uno por uno. Cuando lo dejaron en el suelo bañado de sangre, se marcharon. Homero como pudo se levantó del suelo y caminó hasta su casa, no estaba tan lejos, solo a una cuadra y media.
Al llegar decidió entrar por la puerta trasera, su casa estaba conectada con un restaurante que atendía su mujer, a esas horas del día se encontraba lleno. Así que por la puerta delantera no podía entrar, fue por las escaleras de emergencias para subir a los departamentos.
Homero estaba atendiendo sus herirás en el pequeño baño del departamento, cuando escucha ruidos por el pasillo. Y sabía que era su hija, salió del baño.
-Hija...-Merlina al verlo soltó las bolsas que tenía en las manos observando con terror la figura de su padre.
-Papá, Pero ¿Qué te pasó? –lo ayudó a llegar a la sala, y dejarlo en el sofá.
-Unos hombres me golpearon.
-¿Por qué? –se alarmó
-Les debo dinero, son personas peligrosas-la miro a los ojos causando lástima.
- ¿Dinero? ¿Para qué? –Homero era un taxista, que con lo poco que ganaba lo gastaba en alcohol y cigarrillos
-Eso no importa ahora, si no les pago me mataran y a tu madre. Ellos amenazaron con hacernos daño a los cinco.
Merlina estudió los ojos de su padre, ese marrón que había heredado de él, le decían que la mitad de la historia era verdad y la demás no.
- ¿Tú no quieres eso o si Merlina? Que tu abuela, hermano, mamá, que a mí nos pase algo o ¿Sí? –ella negó ante la pregunta de su padre-Entonces tienes que ayudarme.
- ¿Cómo?
Como una chica de diecisiete años en tres semanas próximas a los dieciocho podía ayudarlo a pagar una deuda. Ella no contaba con dinero, lo poco que recibía por ayudarle a su madre a repartir los pedidos del restaurante lo gastaba en comprar pintura, lienzos o nuevas hojas para su máquina de escribir.
-Enid...-la ojiazul al escuchar ese nombre se tensó.
-No iré a pedirle dinero ¿Qué pensara de mi?-Merlina odiaba el poder y riqueza que tenía la mayor de los Sinclair, vivir enamorada de una mujer que jamás se fijaría en ella por el estatus social era difícil para su corazón.
-Es nuestra salvación, ella podría prestarnos el dinero, pero tengo que darle algo a cambio-su ceño se frunció y no le gusto lo que su padre podría estar pensando.
-Padre ser más explícito. No entiendo tu punto.
-Tendrías que casarte con ella –la miro a los ojos, esperando su reacción. Pero no había ninguna, Merlina estaba serena ante la situación, o eso era lo que demostraba siempre. Aunque por dentro estuviera teniendo una revolución-Darle tú mano en matrimonio a cambio del préstamo.
- ¿Hablas de venderme? –murmuró, controlando su voz rota.
-No, no, claro que no hija. Yo nunca haría eso, hablo de un intercambio. Esto lo estaría haciendo por tu familia, por nosotros.
- ¿Por qué tengo que pagar yo, tú deuda de juego? –El hombre abrió grandes los ojos-Crees que no lo sé, vi cómo te tomaron en ese callejón. He visto a esos tipos rondar por aquí en más de una ocasión, como miran a mamá, a Pericles; incluso como me miran a mí.
-Merlina...-trato el hombre
-Haz lo que quieras padre, solo espero que ella no acepte.
Al decir eso salió del departamento. Su cabeza era un engranaje revolucionario en estos momentos, su padre había tratado de engañarla para venderla. Solo esperaba que Enid no aceptara ese acuerdo, porque si lo hacía su corazón se rompería en dos.
ESTÁS LEYENDO
Mi Hermoso Pago (Wenclair g!p)
RandomLlegó a un callejón donde se vio rodeado sin salida, de una camioneta 4x4 negra blindada salió un hombre escoltado por tres más de traje Gucci. -Homero, Homero. Ya no tienes a donde correr-habló el hombre, riendo con gusto. Siempre era para él un pl...