NARRADOR.
Cuando Merlina despertó, se encontraba sola en la cama. No se preocupó por si Enid había dejado una nota o no, ella fue al baño y se arregló, cuando llegó a la cocina encontró a la rubia preparando el desayuno.
-Buenos días-saludo Enid
-Buenos días
No era el día siguiente de su boda, ya habían pasado cuatro días desde ese día. Merlina ignoraba la mayor parte del día a Enid y la chica lo notaba, se sentía rota por el comportamiento de la menor. Pero también comprendía su enfado. La chica menor tomó un tazón y sirvió cereal, sus ojos no perdían cada movimiento de la rubia; si, Enid había hecho mal en aceptar ese trato, pero si no era ella, ¿Quién?
Enid notó la mirada de la pelinegra sobre ella y se giró para conectar sus ojos con la menor. Merlina no se inmuto al ser cachada, en vez de eso, dejó su tazón a un lado y se acercó a ella. Acorralándola contra la isla de la cocina.
-Merlina...-se sintió nerviosa ante su mirada
-Eres hermosa-murmuró, acariciando el costado de su cuerpo con una mano y con la otra acariciando su mejilla-Pero tenías que comprarme.
Se alejó tomando su tazón de cereal y yendo a la sala para ver su programa de Wild Frank, Enid quedó con la respiración acelerada y el corazón roto; la menor nunca la perdonaría.
Así pasaron dos días más, Merlina evitando cualquier mirada de Enid y la castaña tratando de ganar su perdón y volver a tener ese lazo que tenían de amigas. La pelinegra se levantó pasadas del medio día, hoy era su cumpleaños y ella tenía el plan de no hacer nada y solo comer y ver la Tv, al llegar a la sala se encontró con la sorpresa de que había muchas cajas de regalo ahí.
- ¡Enid! ¡Enid ¡ven!
Sabía que la mayor estaba en casa, se había tomado unos días de descanso para estar con ella; aunque no se lo hubiera pedido. Enid que al escuchar que la llamaban salió de su pequeña oficina y fue a ver qué pasaba, encontrando a una Merlina con el ceño fruncido y señalando los regalos.
- ¿Qué pasa? –pregunto
- ¿Qué es todo esto? –apuntó los obsequios
-Son regalos, hoy es tu cumpleaños. He querido hacerte un regalo-mintió un poco, eran más de uno.
- ¿un regalo? Aquí hay como diez-Merlina no estaba molesta por el detalle, estaba molesta por el hecho de que lo más seguro es que fueran cosas caras
-Ábrelos, te gustaran-suspiro, no valía la pena pelear-Primero este.
Le pasó una gran caja con orificios en ella, la chica noto el peso en él y al sacudirlo escuchó un suave chillido. Dejó caer la caja viendo como esta se abría y salía un cachorro de gato negro de la caja.
-Enid ¿Eso es un gato? –dijo nerviosa, siempre había querido un gato, lo tomó observando mejor, notando que le faltaba uno de sus ojos teniendo una cicatriz sobre la zona.
-Sí, lo adopte de un refugio, nadie lo quería-explicó acariciando al minino-pero anda sigue con los demás.
-Enid...-advirtió al ver que hasta el momento habían sido regalos exagerados, un auto último modelo, una moto y un celular-Yo ya tengo un celular, el auto y la moto no son...
-Merlina por favor son mis regalos, no los rechaces-a la menor se le rompió el corazón al mirar la cara suplicante de la mayor, ella no quería cosas exageradas. Un día antes le había llamado a su familia para decirles que no quería nada, que solo los iría a visitar en la tarde.
-Gracias.
Tomó el mentón de la mayor y conectó sus labios en un casto pero dulce beso. Merlina siempre supo del amor que Enid le tenía, y a pesar de que en otros momentos le hubiera dicho que es recíproco en estos momentos tenía el ego dolido.
Enid se separó de ella como foquito de navidad, no entendía lo que acababa de pasar. Pero no tuvo momento para hablar de ese beso; ya que Merlina tomó al minino en brazos y fue a la cocina por algo que comer. Después de guardar los demás regalos y atender al minino llevándolo a una veterinaria y tienda de mascotas, fueron a la casa de los padres de Merlina a comer.
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Mi Hermoso Pago (Wenclair g!p)
De TodoLlegó a un callejón donde se vio rodeado sin salida, de una camioneta 4x4 negra blindada salió un hombre escoltado por tres más de traje Gucci. -Homero, Homero. Ya no tienes a donde correr-habló el hombre, riendo con gusto. Siempre era para él un pl...