Dos días después intente buscar a Merlina en su preparatoria, la espere hasta la hora de la salida y cuando mi reloj marcó la una de la tarde vi algunos estudiantes salir, pero no había rastro de la pelinegra así que decidí esperar más tiempo, pasó media hora más y ella seguía sin aparecer seguí esperando en mi auto hasta que este marco las tres de las tarde, entonces la vi. Venía con otra chica las dos traían puesto un uniforme deportivo perteneciente al equipo femenino de soccer, ahora entendía su tardanza, hoy le había tocado entrenamiento.
Sali rápido de mi auto al ver que se despedía de la otra chica y caminaba hasta su motocicleta, aunque eso no se podía llamar así, pues no tenia varias partes y no se veía para nada segura, pero aun así Merlina la seguía usando para moverse y hacer las entregas de pedido de su madre.
-¡Merlina! -le llame a lo que ella se detuvo a voltear a verme.
-¿Qué haces aquí?-Antes esa pregunta salía con voz risueña de sus labios, ahora era mortera y sin alegría alguna.
-Viene hablar contigo, no me cojes las llamadas y no contestas mis mensajes-me detuve junto en frente de ella, solo que me tuve que echar un paso para atrás para poder mirarla a la cara-Necesitamos hablar.
-Hoy no Enid tengo prisa-el tono de su voz fue seco y cortante, eso me dolió, ella nunca me había hablado así, pero sabía que ahora estaba enojada.
-Por favor...
-No, me casaré contigo en una semana y se acabó, me has comprado y te doy mi palabra que como buena mercancía que soy cumpliré.
Terminó de caminar hasta su moto y se montó en ella para después ponerla en marcha y salir del estacionamiento de la preparatoria. Sabía que Merlina estaba super enojada, la conocía de años, éramos unas niñas, pero la primera vez que entre en su vida para prestarle dinero a su padre fue apenas hace tres años.
Una semana después... Día de la boda.
Todo ya estaba listo, sería una boda de lo más sencilla y privada. Mis padres que al enterarse de la ¨locura¨ que estaba a punto de cometer, viajaron desde San Francisco solo para verlo ellos mismos con sus propios ojos, la familia de mi futura esposa y Luz con su esposo, sin olvidar a la mejor amiga de mi novia.
Mi vestido era hermoso, a pesar de conseguirlo en menos de una semana. Era sencillo pero elegante, tenía detalles en piedra simulando diamantes y la falda era larga hasta los pies, tenía un escote en V. Ya todos los papeles que se necesitaban firmar se firmaron, al llegar al registro civil. Merlina ya esperaba con su familia y su amiga, vistiendo un elegante pero sencillo traje negro.
Me acerqué a ella con una sonrisa, que no era para nada correspondida. Al estar cerca noté algo de ella que jamás había notado, un gran bulto entre sus piernas. Sabía de su amigo, pero no sabía su tamaño.
-Te ves bien-le halague
-Como sea, dejemos las cortesías para después Enid. Hagamos esto ya, quiero irme a casa pronto-tomó mi brazo y caminamos hasta la sala del juez donde nos esperaba para unirnos en matrimonio.
Me dolía saber que en estos momentos Merlina me odiaba y que si hacía todo esto era por una deuda y porque en sí la había comprado, era menor de edad y sus padres ya habían dado la autorización, estaba obligada a hacer esto.
-Los anillos-dijo el juez. Luz y su esposo se acercaron con ellos.
-Gracias-les dije tomando el mío y después Merlina el suyo.
-Ahora, Merlina Addams ¿Aceptas a Enid Sinclair, como tu esposa? ¿Prometes amarla y respetarla todos los días de tu vida?
-Acepto- colocó el anillo junto al de compromiso.
-Enid Sinclair ¿Aceptas a Merlina Addams, como tu esposa? ¿Prometes amarla y respetarla todos los días de tu vida?
Mire a los ojos negros de Merlina, tratando de leer sus pensamientos con alguna mínima señal, para parar esta locura y dejarla en libertad. Pero no encontré ninguno.
-Acepto-le puse el anillo
-Por el poder que el estado de New Jersey me ha otorgado yo las declaro unidas en matrimonio.
El juez cerró el libro donde habíamos firmado y se retiró no sin antes felicitarnos. Omitió la parte del beso y eso me dejaba tranquila.
-Vamos hijas, tenemos que celebrar. Prepare algo pequeño en el restaurante. Vamos, vamos
Morticia nos apresuró. Merlina tomó mi mano y nos guio hasta la salida, todos subieron a sus autos dejándonos solas.
-Dame las llaves de tu auto-me dijo
- ¿Para qué? –pregunte buscándolas en mi bolso
-No es obvio, yo manejare-sin decir nada más se las di
No habría luna de miel, ni una semana para las dos, nada. Ella había sido clara, así esto por su familia. No por su padre o por mí.
Después de la comida que ofreció su madre, se armó una pequeña fiesta y algunos vecinos se unieron a la celebración. Eso a mí no me molestaba, pero al parecer a Merlina si, quien se encontraba sentada en el rincón del lugar tomando una copa, tras otra.
- ¿Quieres que nos vayamos? –me acerque a preguntarle
-Enid son más de media noche, pensé que nunca lo dirías.
Nos despedimos de todos y nos marchamos a mi departamento en el centro de la ciudad. Las cosas de ella ya habían sido enviadas esta mañana y una mujer de servicio de mi confianza había hecho espacio en mis cajones y guardado su ropa.
Al entrar al departamento, caminamos en silencio hasta mi habitación.
-Tienes buen gusto-se quitó la corbata y desabotono su camisa
-Gracias, el baño es esa puerta... Puedes irte a poner el pijama si lo quieres.
-Ve tú, a mí no me molesta esperar.
Le tomé la palabra y fui a quitarme el vestido y ponerme algo más cómodo, al salir ella entró e hizo lo mismo mientras yo acomodaba la cama para dormir, me acosté al lado derecho de la cama. A los minutos ella salió solo con un pantalón de pijama y un top. Se me cayó la mandíbula al ver ese perfecto torso trabajado y esos amplios hombros.
-Buenas noches, Enid-apagó la lámpara de su lado
-Buenas noches-apague la mía
No tenía idea de si ella sería así de fría conmigo siempre, aunque debo de reconocer que yo tenía la culpa. Nunca debí aceptar.
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Mi Hermoso Pago (Wenclair g!p)
De TodoLlegó a un callejón donde se vio rodeado sin salida, de una camioneta 4x4 negra blindada salió un hombre escoltado por tres más de traje Gucci. -Homero, Homero. Ya no tienes a donde correr-habló el hombre, riendo con gusto. Siempre era para él un pl...