Capítulo 7 - El pacto de Blitz

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Ya estaba casi amaneciendo en el cielo. La ciudad de cristal volvía a brillar de nuevo, tras una larga noche de descanso. Los alados ciudadanos del lugar iban saliendo poco a poco a las calles, regresando a su rutina habitual.

Al igual que ellos, Atlas acababa de despertarse. El despertador lo había sacado de un sueño muy profundo y hermoso. De hecho, fue tan realista lo que soñó que hasta le hizo dudar de si lo había vivido de verdad. Y ojalá hubiera sido así, porque fue de lo más lindo que se imaginó durmiendo.

Según el reloj digital de la mesita de noche de al lado de su cama, eran las siete en punto. La hora de acudir a trabajar al congreso con el resto de ángeles y serafines de los altos mandos. Si no se daba prisa y acudía a tiempo, Sera lo regañaría. Y probablemente le quitaría un punto decisivo sobre si seguía trabajando allí o no. La todopoderosa se endurecería si lo llegaban a echar. Detestaba que esa arpía estuviera mandándole a él y a los demás. El ego se le había subido demasiado a la cabeza desde que la coronaron como la más alta de los serafines. Era un estorbo.

Nada más abrir los ojos, se medio incorporó, quedándose sentado en su alcoba. Y tocándose el pecho en plan agotado, recordó al instante las imágenes de lo que había soñado.

Estaba en su habitación, durmiendo, cuando notó una voz aterciopelada que pareció llamar su nombre. Al abrir los ojos, se encontró encima suya con Stolas, el cual, al igual que él, estaba desnudo. Y se encontraba encima suya, con sus manos sobre su pecho. Este parecía mirarlo con gesto seductor. Y la verdad, casi le alteró el hecho de que ese estuviera allí, en el cielo. Los demonios no podían entrar al reino así como así.

Mientras lo penetraba con esos ojos rojos como la sangre, el búho, soltando un suspiro cautivado, le pasó la mano por la mejilla y le dijo:

- Muy pronto será luna llena... - se le encienden las mejillas - Y esa noche quiero pasarla contigo...

Eso le hizo recordar al ángel una cosa: el pacto de Stolas y ese imp. Las noches de luna llena, según habían acordado los dos, pasarían una velada de pasión a cambio de que le prestara el libro grimorio. Ya que el tal Blitz, cuyo nombre para Atlas era ridículo, necesitaba tal herramienta para ir al mundo de los vivos y matar a gente.

Al saber eso, le impactó saber en esos momentos que Stolas quería pasar esa noche con él, bajo la sombra de la noche, en lugar de estar con el quien le gustaba en realidad. Pero justo fue decirle eso, con esa voz tan dulce, y todo se desvaneció a su alrededor. Y entonces el sonido chirriante del despertador lo trajo de nuevo a la realidad. Cuando se hubo dado cuenta de que sólo se trataba de un sueño extraño que había tenido, se llevó una completa decepción y alivio a la vez. Por un lado, le dolía saber que esos sentimientos amorosos del Goetia hacia él no eran de verdad. Y por otro, al menos él no había entrado al paraíso sin permiso. Porque de haber sido así, hubiera causado un gran alboroto si alguien se enteraba de que un demonio había cruzado las puertas de San Pedro tan fácilmente.

Tras recordar tal fantasía, soltando un suspiro, se pasó la mano por la frente. Estaba sudando. Era como si le hubieran echado un cubo de agua encima. Estaba claro que esa noche había tenido un sueño demasiado profundo y muy emotivo para su mente. Si Sera llegaba a saber algo así, lo verían como un sucio pervertido y lujurioso. Cuando sólo se trataba de que estaba locamente enamorado de alguien. Y nada más.

Poniéndose muy serio, bastante sorprendido por esas escenas que se figuraron dentro de su cerebro, tomó aíre y se dijo a sí mismo en voz alta:

- Joder... ¿Pero se puede saber a qué ha venido eso? - se rasca la frente con gesto cansado - Argh... ¿Cómo he podido tener un sueño húmedo así sin más? ¿Y por qué me siento tan raro?

Yo ángel, tú demonio (Stolas x reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora