Capítulo 11 - Quiero ir al infierno

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Mundo de los vivos:

El agente 1 y la agente 2 se dedicaron la mayor parte del tiempo a cuidar de su nuevo hijo. Hacían todo cuanto podían para que esa criatura recibiera la atención y el cariño suficiente...

Como por ejemplo enseñarle desde que estaba en la cuna vídeos patrióticos sobre cómo sobrevivir en una guerra, jugar con él a asediar una ciudad con figuritas y edificios de plástico, o entrenarlo para el combate, jugando con él en el jardín con pistolas de agua. Toda una buena mano dura para alguien como el anticristo.

Ambos pretendían que ese chiquillo fuera el futuro soldado americano que enviarían a los doce años al mundo de los demonios para así ir a matar a unos demonios sicarios que desbarataron sus planes. Pero eran tan estúpidos que no se estaban dando cuenta de que la criatura estaba creciendo muy deprisa. Fue sólo pasar un mes desde que lo adoptaron y ya tenía más o menos el aspecto de un chaval de seis años. Ya para el siguiente mes alcanzaría la edad que ellos deseaban. No tenían mucho tiempo para convertirlo en un mártir hecho y derecho. Así que debían de prepararlo bien en el poco tiempo que les quedaba para que se volviera alguien fuerte.

Por otra parte, durante ese tiempo, Adán y Lute iban a visitar diariamente la casa de esos dos para tratar de comprobar que el niño tenía una buena crianza. Pero al ver que lo estaban educando para ser un guerrero patriótico, no pudieron evitar repugnar a sus padres adoptivos. Se suponía que debían de cuidarlo, no entrenarlo. Eso quizás cause confusiones en los instintos del anticristo y lo vuelvan alguien bueno y dotado de fuerza. Quizás incluso el día en el que supuestamente iba a tener la edad suficiente para dar inicio al fin de los tiempos habría cambiado de idea por tener el seso nublado de las chorradas que le habían estado metiendo esos dos agentes.

Aparte de eso, cuando sus supuestos papás no estaban, el niño era cuidado por tres querubines disfrazados de humanos, para el gran impacto del dúo exterminador. No entendían qué hacían esas criaturas allí, pero ya era alarmante que estuvieran enseñando valores a la supuesta encarnación del mal. Cada día que estaban con él, le mostraban el lado bueno de las cosas, saber diferenciar el bien del mal, el mundo hermoso en el que vivían y todas esas patrañas que sólo servían para dañar y desorientar su mente perversa. Eso ya estaba llegando demasiado lejos.

Con lo cual, un día, cuando la pareja de ángeles pudo comprobar que el chico estaba siendo educado no sólo por ese par de mamertos, sino por tres querubines babosos que le estaban enseñando cosas buenas, no tuvieron más remedio que ponerse de acuerdo en un plan para acabar con esas tonterías. Tenían que involucrarse en la crianza del pequeño heredero.

- No podemos permitir que esos capullos hagan que nuestro niño sea un maleducado cuando crezca... - gruñó Lute, con gesto maternal. Se había encariñado tanto de ese mocoso que ya no sabía ni lo que decía.

- Cierto, tetas chiquitas... - añadió Adán, quien no quería que su plan de diversión fuera destruido por un trío alado de cursis perfumados - Debemos de actuar... - se gira a ella - Seremos sus nuevas niñeras...

Esta sonrió y dijo:

- Bien...

Y dieron inicio al plan, el cual consistía en infiltrarse en la vida de esa familia bien estructurada para maleducar al niño.

El tiempo en el cielo y el infierno pasaba muy rápido a diferencia de la Tierra. Así que debían de darse prisa antes de que fuera demasiado tarde. Muy poco los ángeles y los demonios detectarían que algo no va bien. Y despertarían a los "jinetes de la muerte" para dar inicio al juicio final.

*
El cielo:

Atlas jamás se lo había planteado. Ni en su sano juicio se le había ocurrido esa idea. Pero era tal lo enamorado que estaba de su mejor amigo Stolas que no pudo evitar ocurrirsele una estupidez tan tonta y blasfema como esa que se le acababa de venir a la cabeza.

Yo ángel, tú demonio (Stolas x reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora