Capítulo 5 - Demonika

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En el centro de la plaza de la ciudad del orgullo, la torre no era oscura y siniestra como el resto de edificios, sino dorada y con una aureola en la punta. Esta representaba al ayuntamiento celestial, cuyos miembros eran los organizadores de las purgas anuales. Éstos eran dos: Adán, el primer hombre, y su mano derecha, la ángel exterminadora Lute. Todos los años, ellos preparaban la celebración de la purga, además de ocuparse de que cada pecador que cayera a ese mundo cumpliera con el castigo que tenía merecido.

Lucifer no podía intervenir en las intenciones de este dúo siniestro. La todopoderosa era la mandamás. Y tras haber ganado a su hijo en la rebelión, el infierno estaba bajo el punto de mira del cielo, el cual se encargaba de que los demonios no incumplieran las normas y que cada alma desterrada allí sufriera su castigo correspondiente.

Cabe explicar todo ésto porque, justo la noche en la que Devilon y sus amigos le habían robado el coche a Chaz, alguien se presentó a los aposentos de Adán en el ayuntamiento celestial. Alguien que en su momento causó terror en el infierno, antes de que Lucifer fuera el soberano de aquellas tierras peligrosas. Y que estaba dispuesta a cumplir su misión. La misión que le había encomendado alguien misterioso cuyo nombre nadie sabía.

En esos precisos instantes, en la torre de los cielos de ciudad Pentagrama, Adán se encontraba en su despacho, comiendo como de costumbre su vigésimo cuarto plato de costillas grasientas del día. Pero no estaba sólo. Lute lo acompañaba. Tenía que estar a su lado para evitar que le pasara algo. La última vez casi le dio a su señor un paro cardíaco de tanto comer helado. Menos mal que estuvo allí con él, de lo contrario habría fallecido.

- Puah... Vaya día de mierda llevamos... ¿Eh, sierva? - murmuró Adán a esta, mientras se zampaba un buen enorme pedazo de costilla - Mmph... La visita de esa zorra me ha parecido de las más molestas que he tenido en mi vida... - rebusca distraído un hueso de su plato que podría roer - ¿Tú qué opinas?

Ella estaba a punto de abrir la boca para responderle. Pero su jefe la calló añadiendo lo siguiente:

- Perdón, se me olvidaba... No puedes opinar... - se ríe con la boca llena, soltando pedazos de carne por toda la mesa - Eres una mujer...

Lute no se molestó en ese comentario en lo absoluto. Ya estaba acostumbrada a esa clase de palabras hacia ella. Adán era alguien de pensamientos machistas. Se notaba que se había quedado en la época en la que los hombres eran considerados superiores al género opuesto. En eso no había madurado. Pero no se quejaba.

Sin embargo, antes de que este pudiera seguir comentando lo vivido durante ese día, el sonido de algo rompiéndose hizo que dejaran lo que estaban haciendo y que alzaran las cabezas con gesto amenazador. Alguien había entrado a la morada de los dioses.

Al fondo de la oscura sala pudieron darse cuenta de que una de las ventanas acababa de desquebrajarse. Y que alguien o algo, una figura extraña, se había movido rápidamente hacia otro lado, escondiéndose entre las sombras.

Lute, quien pudo notar eso, sacó su lanza y exclamó en modo defensora:

- ¿¡Quién anda ahí!?

Pero justo fue decir eso, cuando detrás de ella, una voz aterciopelada y femenina, la cual no había escuchado en su vida, murmuró:

- Estoy aquí...

Antes de que pudiera reaccionar a tiempo, esa persona fantasma que le acababa de susurrar por la espalda, le dio un rápido pero fuerte golpe en el cuello. Y de golpe, la ángel exterminadora perdió el sentido completamente, soltando su lanza y desplomándose contra el suelo.

Adán, desde el ángulo en el que estaba, pudo ver temeroso a la quien acababa de atacar a su compañera. Y nada más darse cuenta de quién era, casi estuvo de atragantarse con un hueso de su costillar. Porque no podía ser posible lo que estaba viendo.

Yo ángel, tú demonio (Stolas x reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora