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Me pase de palabras en este capitulo, pero bueno todo para que no nos perdamos de detalles y los conozcamos un poco más;).

Gracie Hills.

Solo es una aurora, alfa.

—Mira más arriba.

—Me dolerá el cuello y si me distraigo esto resbala.

—Venga, tú puedes un poco más Gracie.—me anima Darell.

—¿Por qué pensáis que es un buen día para buscar auroras?—pregunte, sonaba más a queja.

—No tendremos muchas oportunidades de poder ver unas y grabarlas—me contestó Oliver.

La nieve seguía cayendo. A pesar del frío, el ambiente tenía un aire acogedor y encantador. Las luces de la ciudad se reflejaban en la nieve, creando destellos brillantes que contrastan con la oscuridad de la noche. En la distancia, se podían ver los picos nevados de las montañas, ofreciendo un telón de fondo impresionante para la ciudad. Nos encontrábamos caminando por las calles, rodeados de edificios antiguos y modernos que se mezclaban en una armonía arquitectónica única. A nuestro alrededor, la gente caminaba apresurada, envuelta en abrigos y bufandas, mientras disfrutaban de la magia invernal de Oslo.

No habíamos cenado aún. Estábamos en busca de auroras, y podría convertirse en la noche de caídas. Porque es imposible poder sostenerse, con este tiempo y caminar.

Oliver sigue grabando mientras que yo, guardo la cámara que me prestaron dentro de mi abrigo, porqué grabé lo esencial como parte de mis tres días en Oslo.

No había tenido tiempo de revisar mi móvil, lo que significaba que mi madre y mi mejor amiga Sara podrían estar esperando mi respuesta a cualquier mensaje que me hayan enviado. Por otro lado, Adam estaba ocupado con lo de su cita de Tinder, no quería ver auroras. Oliver, por su parte, siempre me hacía reír, estaba mentido en su mundo constantemente de grabaciones y Darell... ¿Qué se puede decir de él?

—¿Es tu primera vez en la nieve? —me pregunta Darell.

—Es la segunda.

—¿Y dónde fue la primera vez que viste la nieve?

—De vacaciones en Islandia con mi familia, no recuerdo mucho de ese viaje. Tenía diez años y odiaba bastante el frío.

—Ya veo que algunas cosas no cambian.

Bueno, quizás eso no cambiaba. Pero todo en mi interior había cambiado, modificado y fue arrebatado. Mis recuerdos de Islandia con mi familia, eran borrosos y demasiado aburridos. Tenía diez años y no me acordaba de la mayoría de cosas que había hecho ahí junto a ellos de vacaciones. Aunque repetiría mil veces para poder aprovechar más esos pequeños momentos en familia.

Joder. Casi me resbalo lo cual, me agarre con  fuerza a Darell del brazo. Nos quedamos los dos parados, sosteniendo la mirada. Quiero pensar que me toma en serio, pero parece que no es así y empieza a reírse. Ojalá tuviera ese sentido tan sencillo para reírme de todo cómo ellos.

Empezamos a caminar a oscuras. Él se detiene de repente y escuchamos a Oliver gritar al fondo, su voz cargada de sorpresa y un toque de temor. No quiero permitir que el pánico se apodere de mí ni imaginar que nos enfrentamos a un oso panda emboscado. Pero la situación parece indicar que estamos literalmente en medio de la nada, con solo sus linternas para iluminar el camino mientras yo trato de seguirles el ritmo.

Darell vuelve a detenerse y Oliver, a lo lejos, emite un segundo grito sorprendido.

—¿Qué está pasando? —pregunto, tratando de contener mi propia inquietud.

Todas las estrellas que nunca tocamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora