IV

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HELENA

Cuando estaba a punto de llegar a mi casa, decidí cambiar mi destino y manejar hacia la casa de mi hermana. Necesitaba desahogar este sentimiento tan raro que tenía.

Me bajé de mi auto y toqué una vez que estaba frente a la puerta. Mi hermana siempre ha sido mi mejor amiga, así que le podía contar sobre todo lo que yo quisiera.

Ahora abro - escuché que Marlene gritó desde adentro de su casa. - Helena, ¿qué te trae por acá?

Necesito hablar contigo urgentemente -dije mirando mi cara de preocupación, y se hizo a un lado para que pudiera pasar.-

-¿Está todo bien, Helena?

No, Marlene - la miré- No está nada bien ahora.

Ven - me tomó de la mano.- Vayamos adentro y hablemos con más calma.

La seguí hasta que estuvimos en la sala, no sin antes saludar a mis sobrinas Anil y Adara cuando pasé por su cuarto de juegos.

Cuéntame - me miró y me mostró una pequeña sonrisa.- ¿Qué te tiene así?

Antes que nada, no me vayas a juzgar ni a regañar - la miré.-

-Está bien.

Hay una chica nueva que acaba de llegar a la Universidad -comencé a jugar con mis manos. - Tiene dos semanas ahí, pero ya siento que la odio, Marlene.

Eso no puede ser posible, Helena -mi hermana me miró con confusión. - Por qué lo dices? ¿Te ha hecho algo?

No, pero no la soporto -miré mis manos. - Siento algo muy raro cuando la tengo cerca.

¿Te gusta, Helena?" -me miró y me sonrió.-

Claro que no, Marlene - me sobresalté.- Eso no puede pasar. Jamás me ha atraído una chica. Además, yo tengo a Albert
- al cual no había pensado últimamente gracias a la chica de pelo cobrizo.-

Eso no quita que te empiece a gustar alguien más -soltó una pequeña risita- Además, sabes que no me agrada ese patán, y si esa chica hará que te alejes de él, pues tiene todo mi apoyo.

Sin querer escuchar nada más, tomé mis cosas y me dispuse a salir de su casa. No era posible que Grettel me empezara a gustar. No era posible que me gustara una chica, porque jamás me había gustado una. Yo tengo mi relación estable con Albert, al cual quiero mucho.

Me subí a mi auto y comencé a conducir a mi casa. Necesitaba descansar y relajarme un poco, nada que una buena copa de vino no solucionara.

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GRETTEL

Me encontraba ya en mi casa, descansando después de esa clase tan pesada de natación. A mi mente venía una y otra vez la discusión que había tenido con Helena. Ya me empezaba a estresar. Escuché que mi hermano tocó la puerta, y lo dejé pasar.

Grett, vengo a contarte algo - lo miré y sonreí. Me encantaba que John tuviera esa confianza conmigo.-

Ven, siéntate - le hice la señal en un espacio de la cama.-  Cuéntame.

En mi escuela me ofrecieron un intercambio al extranjero durante lo que me queda de la carrera -me miró con una sonrisa muy grande.- Pero no sé si aceptarlo.

¿Estás bromeando? Obviamente tienes que aceptarlo -sonreí- ¿A dónde es?

Canadá -su mirada viajó hasta sus manos y comenzó a jugar con ellas por el nerviosismo-

Wow- dije, bajando un poco mi adrenalina. - Yo creo que debes aceptarlo, pero háblalo primero con papá y mamá.

Sí, lo haré -se acercó a mí y me dio un pequeño abrazo.- Gracias, Grett, por ser la mejor hermana.

¿Y Si Rompemos Las Reglas, Aceptas? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora