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Cuando llegué solo estaba la maestra ahí, así que me fui a cambiar y regresé.

Hola -me acerqué- ¿y los demás?

Supongo que no tardan en llegar -me miró- siéntate si quieres.

Me senté a su lado y la miré. Nunca le había prestado tanta atención a la profesora Isabella. Tiene la cara muy perfilada, cabello castaño muy largo y unas pestañas de ensueño.

Señorita, ¿nunca le ha pasado que siente que todo sale bien y al final nada lo está? - me miró y luego miró sus pies.-

Sí -quité mi mirada y la dirigí a la pileta olímpica que teníamos enfrente- es muy difícil. ¿Todo bien, profesora?

No -su voz se escuchaba agotada- tengo muchos problemas, tanto familiares como profesionales.

¿Le puedo ayudar en algo, profesora? - la miré de nuevo,- Quizá no sé mucho, pero puedo ayudar en algo.

Primero, no me digas profesora -me miró- solo dime Isabella o Isa - sonrió- y no creo que se pueda. Mis problemas familiares son un poco fuertes y los profesionales pues son cosas de la escuela que no te puedo contar.

Entiendo, Isa -sonreí y me volví a mirar la pileta.-

Perdón por contarte estas cosas, Grettel. Estamos en hora clase -me miró de nuevo.-

No se preocupe -sonreí- podemos ser amigas si gusta, y así me puede contar lo que guste.

Gracias, Grettel -sonrió- está bien.

De un momento a otro llegaron los demás compañeros y empezamos la clase sin ninguna novedad.

HELENA

Al terminar mis pendientes en la universidad, recibí una llamada de Albert invitándome a cenar. La verdad no tenía ganas de verlo, pero hacía varios días que no tenía contacto con él y creo que estaba siendo injusta, así que le acepté la salida.

Ya me había arreglado. Tenía puesto un vestido de noche largo y unas zapatillas un poco altas. Mi cabello estaba listo y el maquillaje también. Bajé con cuidado hasta la sala y salí de la casa para encontrarme con él recargado en el auto.

Qué linda te ves esta noche, querida -se acercó a mí dándome un beso, el cual esquivé disimuladamente.-

Gracias, Albert. Tú también te ves muy bien -lo miré y me alejé un poco.-

¿Estás lista para irnos? -me ofreció su brazo y lo acepté.-

Me abrió la puerta del auto y subí en él. Durante todo el camino, ninguno mencionó alguna palabra y el silencio ensordecedor comenzaba a frustrarme. Por suerte, llegamos al restaurante, el cual él había reservado.

Bajé del auto con su ayuda y nos dispusimos a caminar a la recepción del lugar. Hasta ahora no sabía cuál era el motivo de esta cena. Nos asignaron una mesa ya montada y pasamos hasta ella. Después de varios minutos, llegó la camarera y nos tomó la orden. Pedí una pasta normal y él agregó al pedido su comida y una botella de champán.

¿Y cómo has estado? -su voz no la soporto.-

Muy bien -lo miré- mis intereses están cambiando mucho.

¿Ah, sí? -acercó su mano a la mía- ¿y cuáles son tus nuevos intereses?

"Una chica de pelo cobrizo a la cual le llevó varios años" -pensé entre mi pero rápidamente aleje esos pensamientos de mi mente, NO ME GUSTA GRETTEL, me repetí eso en mi cabeza- mi trabajo se está poniendo interesante.

Yo creí que te ibas a referir a mí -alejó de inmediato su mano y su cara cambió por completo.-

Bueno, tú también - mentí un poco más.-

¿Y Si Rompemos Las Reglas, Aceptas? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora