Otro día de verano. Lo que significaba que pasaría otro día más junto a Bella.
Esta vez habíamos quedado pronto por la mañana porque habíamos organizado una excursión en barco. En principio duraría una hora y media, y después nos iríamos a una pequeña montaña que hay en una ciudad cercana.
Eran las siete de la mañana y yo ya me había despertado. Bueno, sinceramente, apenas había podido dormir por los nervios. Ese día tenía planeado quedar con ella y estar juntos todo el día, y por la noche le confesaría mis sentimientos.
Nadie sabía que iba a hacer esto. Ni mi madre ni mis amigos, absolutamente nadie.
Había planeado escaparme algún momento durante la tarde para ir a comprar unas rosas y dárselas cuando se lo dijera. Ella no merecía menos.
Me levanté después de estar dando mil vueltas por la cama y bajé a hacerme el desayuno con cuidado de no despertar a mamá. Me lo comí todo y subí a vestirme y asearme un poco. Cuando acabé de hacerlo todo eran las ocho y media, y habíamos quedado para ir a las nueve. En esta media hora que me sobraba decidí repasar los momentos claves de hoy.
Perfecto, lo tenía todo muy bien planeado para que aquella sorpresa me saliera bien. Pero aun así no podía no estar nervioso. Comencé a morderme las uñas en señal de mis nervios hasta que el sonido de mi móvil me distrajo. Era Bells, me había mandado un mensaje diciendo que ya estaba a punto de llegar.
Hice una nota para mamá, que ayer tuvo que ir al hospital porque no se encontraba bien y volvió a casa muy cansada, y le escribí en ella que había quedado con Bella y que no volvería hasta la noche, así que no me esperara para comer ni para cenar. Por supuesto le hice también un pequeño plato de comida que dejé en la nevera para que ella simplemente tuviera que calentarlo en el microondas cuando le entrara hambre, y para la noche le dije también que ya le pediría yo una pizza y que no se preocupara en hacer ningún esfuerzo ni en ir a comprar comida.
En unos minutos llegó Bella y me mandó un mensaje para que le abriera la puerta. Fui hasta la sala principal de la casa, abrí y le dije que esperara un rato, que iría a ponerme los zapatos.
Me los puse, cogí las llaves y me lancé a esta aventura junto a ella.
Una vez que el barco zarpó, comenzaron a entrarme ganas de vomitar, pero era tan solo cuestión de acostumbrarse y al poco rato por fin me acostumbré y se me fueron por completo las náuseas.
Bella se había traído su cámara, cómo no. Hicimos muchísimas fotos. Habían muy buenas vistas, sinceramente, pero ninguna foto se compararía con el momento que vivimos nosotros mismos en persona.
—Harry, ¿qué te pasa? Te veo muy distraído.
—Oh, no es nada Bells.
—¿Seguro? ¿Cómo está tu madre?
—Pues...
—¿Le ha pasado algo?
—No, no le ha pasado nada pero...
—Vamos, Harry, suéltalo, sabes que puedes confiar en mí.
—Está bien, Bells. No te conté nada porque no quería preocuparte, ni que me dijeras de cancelar esta salida, pero ayer mamá se empezó a encontrar muy mal, y le entraron muchísimas náuseas, así que fuimos al hospital y...
—¿Es algo muy serio, Harry?
—Pues... no lo sé, Bella. Esa es la verdad, que no lo sé.
—Entonces, ¿por qué estás tan preocupado?
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Bajo la lluvia del amor
Romance¿Es capaz algo tan simple como la lluvia de marcar toda una relación? Para Bella y Harry sí, lo ha hecho. Una historia de romance adolescente preciosa, una relación sana, un amor a primera vista... Que se destruye en tan solo un segundo. Pues sí, ha...