Capítulo 10

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*MINI MARATÓN 3/3*


—Cierra los ojos, ¿vale?

—Bella, si cierro los ojos me voy a caer.

—Oh, es verdad. Pues... cierra los ojos, yo te guío. ¿Confías en mí?

—Por supuesto que confío en ti.

Me cogió de la mano mientras yo tenía los ojos firmemente cerrados y me llevó por toda la casa de una forma muy cautelosa, con cuidado de que no me cayera.

—¡Cuidado! Agacha la cabeza —ordenó, pero ya era demasiado tarde. Yo ya me había golpeado la cabeza con la puerta de uno de los muebles—. Uy, perdón. ¿Estás bien?

—Sí, tranquila —respondí, aún con los ojos cerrados y mi mano apretada a la suya—. No ha sido nada.

—¿De verdad?

—Que sí, tranquila. En serio.

—Está bien. Sigamos.

Me llevó hasta la habitación y, una vez allí, me soltó la mano. Iba a abrir los ojos, hasta que...

—¡Espera!

—¿Qué pasa?

—¡No mires!

—Pero...

—¡HE DICHO QUE NO MIRES! —gritó, cortándome la frase.

—Vale, vale. No miraré —levanté las manos en señal de rendición, riéndome un poco.

—Perfecto. Quédate ahí.

—Aquí me quedo —dije, sonriendo divertidamente.

Oí cómo se alejaba un poco de mí y abría la puerta del armario.

—Y... ¡Mira!

Abrí los ojos y, enseguida, los entrecerré con extrañeza.

—Bella... ¿Esto qué...?

—Es tu regalo —me explicó ella muy sonriente, como si hubiera leído mi mente.

—¿Mi regalo?

—Sí. ¿No te gusta? —hizo un pequeño puchero.

—Yo... Sí... Eh...

—Vale. Definitivamente, esta no era la reacción que esperaba —volvió a hablar ella, cada vez más triste.

—¿Eh? —volví a la realidad—. Oh, no. No, Bella... No llores —le pedí, viendo que las lágrimas empezaban a amenazar con salir por sus preciosos ojos.

Como seguía igual, decidí intentar algo mejor. Pasé uno de mis brazos por su cintura y la atraje cuidadosamente hacia mí, abrazándola.

—Bells... —volví a decir, esta vez yo—. Mírame.

Me miró, ahora con lágrimas cayéndole por la cara. Pasé mis dos pulgares por sus mejillas y le quité las lágrimas.

—D-dime... —intentó responder ella con voz firme, aunque sin resultado.

—Peque, lo siento mucho.

—N-no es... no es tu culpa —negó con la cabeza mientras apartaba la mirada para tener que mirar a cualquier cosa de la habitación que no fuera yo. Me sentía tan mal... Se me rompía el corazón en mil trozos solo de verla así.

Bajo la lluvia del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora