—Harry.
—¿Mhm...? —Respondí, medio dormido y con desgana.
—Voy a ir a por un café, ¿te traigo uno?
—¿Qué hora es? —Me giré para conseguir alcanzar mi teléfono, que estaba en la mesita—. Las seis y media —me respondí a mí mismo.
Estuve un rato pensándolo. Sinceramente, no tenía ganas de comer ni de beber nada. Solo quería llorar y llorar. Pero me estaba durmiendo, no había dormido en toda la noche y lo mejor era que no me durmiera tampoco ahora.
—Está bien, Bella. Tráeme uno, por favor.
—¿Descafeinado?
—Oh, no. Con toda la cafeína que esa cosa pueda llevar —respondí, haciendo una mueca.
—Pero a ti no te gusta la cafeína...
—Lo sé —contesté—. Sé que no me gusta pero, ahora mismo, es lo único que mi cuerpo necesita.
—Está bien. ¿Quieres que le ponga azúcar?
—Mhm... —Lo pensé—. Sí, vale. Pero muy poco.
—Vale, ahora vuelvo.
—Bells.
—¿Sí?
—Gracias.
—No es...
—No, no me digas que no es nada. Sabes que sí lo es. Has estado toda la noche aquí, conmigo y con mamá. Ni siquiera es tu obligación, ni siquiera te lo he pedido, y aun así lo has hecho. Gracias, Bella, de verdad. Por todo. No sabes lo importante que es esto para mí.
—De nada, Harry. Sabes que ella también es como una madre para mí. Aunque no sea mi obligación, los dos me importáis y veía muy necesario hacer esto.
—Te quiero. Mucho. Muchísimo.
—Y yo a ti, bobo —me levanté para poder acercarme a ella y la abracé. También le di un pequeño beso en la frente—. Me voy, ¿vale? No me extrañes mucho. Ahora vuelvo, amor.
Y aquel apodo, por primera vez, sonó tan irreal. Sonó irreal porque muchas otras novias que ya había tenido me habían llamado así unas mil veces, pero esta vez era distinto. Solamente escuchar esa palabra dicha por Bella sonaba tan diferente... Odiaba que me llamaran así, pues es la cosa más común de todas, pero por primera vez ella había hecho que me quedara deseando que me llamara así durante toda una eternidad.
—Mamá, por favor, no me dejes... Tienes que ponerte buena, lo prometiste... —Susurré con casi un pequeño hilo de voz. Obviamente, ella no podía oírlo. Estaba completamente dormida.
Estaba a punto de llorar cuando apareció Mike, su médico. Mamá había estudiado medicina junto a él y siempre fueron muy buenos amigos. Se conocían desde el colegio, o algo así.
—¿Tienes un momento, Harry?
—Sí, claro —me levanté y cerré la puerta con cuidado de no despertar a mamá con el ruido—. Dime —dije, cuando por fin nos encontrábamos los dos solos en el pasillo.
—Sé que es muy temprano, pero...
—Ve al grano, por favor. ¿Ella está bien? No soléis pasar a estas horas a la revisión médica, ¿verdad? A no ser que hayáis cambiado esa norma, cosa que lo dudo. Sé que no habrías venido si lo que me vas a decir no fuera importante. Así que suéltalo ya.
—Harry, por favor, relájate. Yo solo...
—¿Que me relaje? —Le corté—. ¿Cómo coño esperas que me relaje después de que a mi madre le pasara esto? Mike, no puedo relajarme. Es mi madre, joder. ¿No lo entiendes? Es... Es lo único que me queda en esta vida. La quiero más que a nada. No puede morirse, ella no... Me lo prometió, Mike. —No pude aguantar más tiempo y comencé a llorar desconsoladamente. Me eché al suelo y me senté. Puse la cabeza entre mis piernas y mis brazos y no dejé que él me intentara levantar. Solo quería llorar. Llorar y soltar toda esta frustación.
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Bajo la lluvia del amor
Romance¿Es capaz algo tan simple como la lluvia de marcar toda una relación? Para Bella y Harry sí, lo ha hecho. Una historia de romance adolescente preciosa, una relación sana, un amor a primera vista... Que se destruye en tan solo un segundo. Pues sí, ha...