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Otra semana a pasado y yo sigo sin poder salir de esta cabaña, no tengo la menor idea de como eh aguantado tanto tiempo sin volverme loco en este lugar. Tal vez se deba a Kai que aún conservo la cordura, para algunos parece que estoy exagerando pero yo soy un alma libre y el estar cautivo en un sitio me hace sentir preso.

Me puse de pie dirigiéndome a la cocina, el pelinegro se volteó y me sonrió.

Otra vez esa expresión, hay algo en él que aún no me cierra, algo no está bien, lo puedo sentir. No me gusta la forma en la que ese iris gris me mira a veces. Me hace sentir inquieto y nervioso, en algunas ocasiones eh llegado a desconfiar, la única razón por la que aún sigo a su lado y no me eh ido es por mi lobo.

Dejando de lado las intrigas y las sospechas puedo decir que mi lobo se siente a salvo al lado suyo, por primera vez en toda mi vida mi omega se siente tranquilo. Varias veces se ah comunicado conmigo para decirme que no debemos irnos, que debemos quedarnos con él.

Por el momento eh decidido quedarme porque ambos tenemos un trato y porque me guste o no mi lobo se niega a alejarse.

-Ya está todo listo, puedes ir a la mesa- avisó sacándome de mis pensamientos.

-¿Te ayudo?- pregunté poniéndome a su lado.

-No- respondió -Ve a la mesa Liam.

Encogiéndome de hombros me encaminé hacia dicho lugar y me senté esperando por el pelinegro el cual hizo presencia unos minutos después con dos platos, me acercó uno y tomó asiento enfrente de mi.

-Huele rico- comenté tomando una cuchara para llevarla a mi boca y darle una probada -Aun no puedo creer que un alfa de tu calibre sepa cocinar y pueda encargarse del aseo de la casa.

-Que te puedo decir....soy muy capaz y muy independiente- se halagó a si mismo, le dio un sorbo a la sopa de pescado.

-En mi manada no son así- mencioné recordando la actitud de esos alfas llenos de arrogancia, de solo pensarlo se me revolvía el estómago.

-¿Cómo son en tu manada?- conectó su mirada con la mía, bajé la vista prestándole atención a la comida mientras pensaba en las palabras correctas para describirlos.

-Los alfas son muy orgullosos, arrogantes, les gusta menospreciarnos y demostrar su fuerza, a menudo maltratan a los omegas y los hacen de menos. De hecho en mi manada los omegas son dominados y....domesticados, como si de cualquier animal se tratase- respondí mordiéndome el labio inferior con molestia al recordar el sufrimiento de varios de los míos. Sentía impotencia por no poder ayudarlos. A veces me irritaban que no sean capaz de defenderse. Su debilidad me enfurecía demasiado.

-Lo siento por ti- dijo con algo de lamento en su voz y una sonrisa se formó en mi rostro.

-¿Por qué? Yo no soy como los demás, varias veces pelee con ellos, incluso me enfrente con Levi en una ocasión, estuve encerrado en el calabozo por tres semanas enteras y solo me daban comida una vez al día- conté sonriendo con amargura y notando como el contrario fruncía el ceño y me miraba con confusión -¿A qué viene esa cara? ¿Pensaste que me dejaba intimidar?- solté una risotada que resonó por toda la cabaña -Kai.... Aún hay cosas que no sabes sobre mi, no soy un corderito inocente, eh hecho cosas muy malas- negué con la cabeza de forma frenética.

No me creo una persona buena pero tampoco una persona mala, de hecho ni siquiera pensaba en eso, solo hago lo que se me da la gana y espero lo mejor.

El pelinegro dejó de comer para observarme con detenimiento, por mi parte me concentre en acabar con la comida antes de que se enfriara.

-¿Qué tipo de cosas malas?- preguntó curioso.

-Iras descubriéndolas más adelante por ti mismo- sonreí apoyando los codos en la mesa.

ENAMORADO DEL ALFA KAI  [ Libro 1 ] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora