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Lucinda había muerto y eso me tenía algo deprimido, no debí dejarla escapar conmigo, sabía que corría peligro y aún así la dejé. Todo esto es mi culpa, todo por mi capricho. Me deprime el solo pensar que ella debió haber sufrido mucho por mi culpa, Shión debe estar decepcionado de mi, a él le gustaba.

Solté un suspiro sonoro mientras miraba por la ventana y veía como caía la noche, después haber hablado con Kai y de haber dado mi primer beso ajustamos algunos asuntos con relación a nuestro contrato, me parece sorprendente el hecho de que ahora tengo un alfa, aún así siento que nada a cambiado, tengo algo en claro y eso es que el hecho de tener pareja no va a cambiarme, seguiré siendo el mismo, no voy a amarrarme ni a dejar mis ideales. Él dijo que aceptaría eso y si en un futuro no quiere hacerlo entonces lo tendré que mandar a la mierda.

De tanto pensar eh decidido que lo mejor que puedo hacer es seguir mi camino, conozco a la rubia y estoy seguro de que estaría muy decepcionada si yo llegara a volver a fallar. Debo hacer que su muerte valga la pena aunque la culpa me carcoma por dentro, aún hay una parte de mi que se niega a aceptar que ella ya no esta. Es que me resulta imposible que la hayan vencido, a pesar de ser omega Luci es de las más fuertes de la manada, incluso es más capaz que cualquier otro soldado de Levi, el problema era que mi papá se negaba a aceptarla en el ejercito por no ser alfa. De igual forma era la mejor y es por eso que no me cabe en la cabeza que la hayan derrotado, me niego a creerlo.

Hasta que no vea su cuerpo con mis propios ojos me negaré a pensar que está muerta, ahora no puedo volver pero algo dentro de mi me dice que Lucinda no pudo haber caído tan fácil.

Otro suspiro sale de mi mientras sigo con la vista hacia el bosque y veo el sol ocultarse.

-¿Se puede saber que te tiene tan deprimido?- preguntó el alfa con los brazos cruzados.

-¿Quién dijo que estoy deprimido?- volví a suspirar.

-Desde aquí puedo oír tus suspiros y también puedo ver esas orejas que están decaídas al igual que tu semblante- mencionó sentándose en el sofá mientras me miraba desde la sala.

Me giré para encararlo -¿Tan obvio soy?- susurré con la vista en el suelo para luego ver esos grises ojos.

-Sí- contestó seco -¿Qué sucede?- preguntó.

Medité muy bien la forma correcta de decir lo que estaba pensando -Kai- le llamé y él alzó una ceja esperando que le dijera lo que pasaba por mi mente -¿Haz sentido culpa alguna vez?- pregunté.

Su rostro se transformó y fácilmente puedo notar que la pregunta que le hice lo dejó desconcertado, de seguro no se lo esperaba.

-No tengo idea de que es eso, nunca lo eh sentido- aseguró mientras divagaba -Jamás en mi vida eh sentido algo como la culpa, es una emoción desconocida para mí Liam y sinceramente espero no sentirla en lo que me resta de vida- remarcó para relamer sus labios.

Rodé los ojos -Que corazón de piedra- musité.

-¿Qué corazón de que?- preguntó, tal parece que no me escuchó.

-Olvídalo, me da flojera repetir de nuevo- pase mi mano por mi cara y froté de esta misma con algo de fuerza, en estos momentos me encontraba frustrado, no estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo estando quieto. Estoy aburrido.

-Oye Kai- le llamé y en el proceso me gané una mirada fulminante de su parte.

-No me gusta ese "Oye"- sentenció molesto.

-Como sea, quiero estar en el sofá- le avisé.

El pelinegro se acercó a mi con cara de pocos amigos, me encontraba cerca de la ventana para ver hacia afuera, una vez enfrente de mi rodeo mi cintura con sus brazos y enrolle mis manos alrededor de su cuello para luego ser levantado por él. Una vez conmigo en sus brazos me dejó con mucho cuidado sobre el sofá y se sentó a mi lado.

ENAMORADO DEL ALFA KAI  [ Libro 1 ] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora