Capitulo 8

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Es otra noche fría y silenciosa en el distrito sin reglas, una pobre mujer se encuentra sentada en la cocina esperando a alguien, intenta no dormirse, así que decide prepararse algo de café

-Ya es muy tarde, ¿por qué estará tardando mucho? -dice la madre de Alba.

Un hombre muy ebrio que apenas y puede caminar, llega tambaleándose por la calle hasta la puerta de su hogar, toca la puerta muy fuerte y su esposa quien está preparando el café, corre rápido para abrirle la puerta

-Hola, mi amor, ¿ya llegaste? -dice la madre de Alba. - Su esposo está muy enfadado, así que le responde -. ¡Shhh!, cállate mujer, ¿acaso eres estúpida? - Comienza a burlarse de su esposa con una voz chillona -. ¿Ya llegaste? Pues si estoy aquí es porque ya llegué

-No te enojes, solo era una pregunta. - El padre de Alba nota que todo está en silencio, así que le pregunta -. ¿Y dónde están los chamacos?

-Dormidos. - El padre de Alba aprovecha que están solos en la cocina para liberar toda su tensión en su esposa, comienza a besarla y a tocarla, incomodando mucho a su esposa por su aliento y el horrible olor que tiene -. Espera, los niños pueden despertar. - El padre de Alba se enfurece mucho y empieza a gritar -. ¡Esta es mi casa! ¡Y puedo hacer lo que yo quiera!, es más, ya me voy

-¿Pero a dónde vas? - Su esposo le responde -. A donde sea, es mejor estar en la calle, a estar escuchándote y aguantándote. - La madre de Alba corre para detenerlo, pero él la empuja y la hace caer, dejándola tirada y sola en la calle.

A estas horas el único lugar donde puede ir el padre de Alba, es al "Viuda Negra", una cantina que todos en el pueblo conocen por tener una cerveza de trigo muy buena. Al entrar ve que en la barra está su compadre, así que se acerca a él.

-Qué milagro verlo por aquí -dice el padre de Alba

-Ya ve compadre, uno que anda disfrutando. - El padre de Alba se sienta y su compadre le pide una cerveza -. ¿Y usted que hace a estas horas por aquí?

-La verdad no quiero hablar de eso, de solo recordarlo hasta se me pone más amarga la boca -responde el padre de Alba.

-¿Tuvo problemas en el trabajo?

-Pues sí, compadre, resulta que las tierras en las que trabajaba, las vendió mi patrón y a todos nos corrieron.

-¿Y por eso agarró la fiesta desde hoy? - El padre de Alba se ríe y responde -. Si, compadre, vengo a divertirme y a librarme de mi vieja.

-Lo entiendo, compadre. - Ambos continúan bebiendo y platicando acerca de las mujeres

-Huy, compadre, yo también estaba como usted, mi vieja me preguntaba un montón de estupideces, ¿que con quién andaba?, hágame el bendito favor, hasta me preguntaba en qué gastaba mi dinero. - El padre de Alba muy curioso le pregunta -. ¿Y qué hizo, compadre? - El compadre se acerca a él y le dice -. Le puse un aplaque a la cabrona, quien se creía para estarme gritando y reclamándome.

-Eso es lo que necesita mi vieja -responde el padre de Alba.

-Exacto, haga lo que yo hice, agárrela de los pelos y dele un aplaque, yo a mi mujer le di una revolcada buena, que hasta chillando estaba, y para que se callara y llorara con más ganas, que la empiezo a arrastrar por toda la calle mientras me imploraba y me pedía perdón -dice el compadre, mientras se ríe.

-Mi mujer es así, se mete en donde no la llaman.

-Yo que usted le daba una calmada, acuérdese compadre, las viejas son como los perros, solo entienden a puros putazos. - Pasan alrededor de unas 4 horas y la pobre esposa no puede dormir, está en todo momento revisando la hora y preocupándose, pues su esposo no parece llegar.

Amor a la antigüitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora