Joel, ya listo, salió de la cabaña y se encaminó hacia su vehículo. Una vez dentro, sacó su celular y escribió a Diana.
Joel: "Ya estoy en camino hacia el restaurante."
Diana respondió poco después: "Perfecto, yo en un rato voy. Estoy terminando de prepararme."
Joel, tras encender el motor de su vehículo, se dirigió hacia el restaurante Estrellada. Al llegar, estacionó frente al local y quedó fascinado por las vistas que se abrían ante él. El restaurante, construido con ladrillos y madera, tenía un encanto rústico que lo hacía destacar en el entorno.
Sumido en sus pensamientos y nervioso por la cita, Joel entró al restaurante. Se acercó al mostrador para pedir una mesa, y la camarera lo condujo hacia el patio trasero. Desde allí, se podía contemplar un hermoso arroyo, iluminado por la luz de la luna que se reflejaba en el agua, creando una atmósfera mágica y envolvente.
Una vez sentado en una mesa con cuatro sillas, Joel sacó su teléfono y buscó el chat con Diana. Con un leve nerviosismo, redactó un mensaje:
Joel: "Hola, Diana. Ya estoy en el restaurante, ¿estás lista?"
Joel, ansioso, aguardaba con expectación la respuesta de Diana, mientras contemplaba el apacible fluir del arroyo bajo la plateada luz de la luna. Las estrellas salpicaban el firmamento nocturno como diamantes esparcidos, dotando al entorno de un aura mágica y onírica.
Los minutos parecían estirarse en el tiempo mientras esperaba, pero finalmente su teléfono vibró con una nueva notificación.
Diana: "Hola, Joel. Sí, ya estoy en camino. Nos vemos pronto."
Una sensación de alivio recorrió el cuerpo de Joel, quien asintió para sí mismo con una sonrisa de satisfacción.
Joel, contestando: "Perfecto."
Joel, con los dedos jugueteando con el menú que detallaba los precios y la variedad de comidas, sentía el calor crecer en sus manos, que comenzaban a humedecerse con el sudor. No había tenido muchas citas antes, y la idea de encontrarse con Diana le generaba una mezcla de nerviosismo y anticipación.
Mientras su mente divagaba en esos pensamientos, vislumbró a lo lejos a Diana, adentrándose en el local con un elegante vestido blanco que realzaba su figura y una sonrisa cálida que iluminaba el ambiente.
Diana se deslizó con gracia hacia la mesa donde Joel aguardaba, y con una sonrisa en los labios, tomó la silla frente a él y se sentó. Rompiendo el hielo, dijo: "Hola, te hice esperar mucho".
Joel, respondiendo con cortesía, replicó: "No, para nada. Me encanta tu vestido".Diana, halagada, devolvió el cumplido: "Gracias, a mí también me gusta tu camisa".
Joel, agradecido, asintió: "Muchas gracias. ¿Vienes aquí seguido?"
Diana negó con la cabeza con gesto pensativo: "No mucho, la verdad. Es un lugar al que vengo para despejarme, con el murmullo del arroyo, las brisas y, por supuesto, la buena comida".
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EL MIRADOR DE ALICIA
Bí ẩn / Giật gânJoel y Sara, dos criminólogos con un pasado compartido en el apacible pueblo de Bellasperanza, se ven arrastrados de vuelta a sus raíces cuando un asesinato brutalmente violento sacude la tranquilidad de la comunidad. Con la sospecha de que pueda...