Joel y Sara, dos criminólogos con un pasado compartido en el apacible pueblo de Bellasperanza, se ven arrastrados de vuelta a sus raíces cuando un asesinato brutalmente violento sacude la tranquilidad de la comunidad. Con la sospecha de que pueda...
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Dentro de la comisaría, el aire era denso, cargado de una atmósfera de inquietud y expectación. Las sombras se cernían como espectros invisibles alrededor de las cajas de archivos amontonadas, creando un laberinto de misterios no resueltos. Joel avanzaba cauteloso, sumido en la penumbra, su figura apenas discernible entre los claroscuros de la estancia.
En el centro de la sala, una mesa desgastada por el tiempo emergía de la neblina. Sobre ella, un foco pendía del techo, oscilando suavemente como si acariciara los secretos ocultos en la penumbra. La luz, fría y titilante, arrojaba destellos intermitentes sobre la superficie de la mesa, proyectando sombras que parecían cobrar vida en las paredes.
"Joel, observando detenidamente el sobre, notó los detalles dorados que decoraban su superficie, y un sello de cera roja que lo cerraba, marcado con el dibujo de una llave. En la parte frontal, un número estaba inscrito: "Alicia 2". Joel murmuró el nombre en voz baja, como si intentara recordar algo enterrado en su memoria.
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"Alicia dos...", susurró, dejando que el eco de sus palabras resonara en su mente, trayendo consigo un torbellino de preguntas. ¿Qué significaba Alicia dos? ¿Quién sería la próxima víctima?
Con cuidado, Joel abrió el sobre, rompiendo el sello de cera roja que lo mantenía cerrado. Dentro, extrajo un papel doblado, que desplegó con delicadeza. Su mirada se posó en las líneas escritas, permitiendo que su mente se adentrara en el mundo de esas palabras:
"La segunda Alicia tenía una hermosa voz,
Llenó con su dulce canto el extraño país.
El bello sonido a aquella Alicia enloqueció,
Tanta música arruinó a la pobre infeliz.
Esa Alicia quiso una rosa cortar,
Pero su fiel amante,
Al verla, no se pudo controlar.
Florecieron en su pecho, rosas carmesí.
¡Qué tragedia amar y estar destinada a morir!"
Las palabras del poema se hundieron en la mente de Joel como un acertijo intrincado. Una imagen se formó en su mente: la segunda Alicia, una mujer con una hermosa voz, enloquecida por su propio canto. Un amor maldito que culminó en una muerte trágica, un pecho florecido con rosas carmesí.