Remordimiento por cualquier muerte
Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
el muerto no es un muerto: es la muerte.
Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.
Todo se lo robamos,
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,
allí la acera donde acechó su esperanza.
Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;
nos hemos repartido como ladrones
el caudal de las noche y de los días.
Jorge Luis Borges (1899 - 1986)
El tic... tac... tic... tac... del reloj en el pasillo de la morgue resonaba, infundiendo una sensación peculiar. Era el tipo de sonido que te envolvía cuando estabas en un hospital o en la escuela, dividiendo el silencio con su constante ritmo.
En la morgue, Joel y Sara continuaban con su labor. Era un trabajo agobiante, uno que conllevaba el peso de la criminología.
Sara, con la vista fija en el cadáver de Martín, se preparó para suturar la abertura monstruosamente extendida desde el pecho hasta el vientre. Lo hizo con destreza, cada puntada atravesando la piel como si fuera tela de goma. Sus pensamientos se perdieron en la reflexión de todo lo que había sucedido, y cómo las pistas eran tan endebles, llevando a ningún lado.
Mientras cosía, su mirada se posó en la cabeza de Martín, el difunto. Recordó que había rastros de sangre seca en ella. Con sus fríos guantes de látex, se acercó y tocó la zona donde había sido golpeado. Su voz sonaba tranquila mientras se dirigía a Joel:
"Mira, el golpe que sufrió, la herida estaba cicatrizando. Estaba siendo curada, pero luego fue golpeado de nuevo. Esta vez, la lesión es más reciente. No tuvo tiempo de sanar por completo."
Joel centró su mirada en la zona que señalaba Sara, analizando cuidadosamente la evidencia.
Joel mantuvo los ojos cerrados, inmerso en la macabra recreación mental de los eventos que llevaron a la trágica muerte de Martin. Imaginó a Martin todavía con vida, recibiendo un brutal golpe seco en la cabeza que lo hizo desmayarse y ser secuestrado. La incertidumbre y el temor debieron de haber sido compañeros constantes en sus últimos momentos. Sus pensamientos oscuros y aterradores tomaron forma en palabras mientras Joel compartía su teoría con Sara.
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EL MIRADOR DE ALICIA
Mistério / SuspenseJoel y Sara, dos criminólogos con un pasado compartido en el apacible pueblo de Bellasperanza, se ven arrastrados de vuelta a sus raíces cuando un asesinato brutalmente violento sacude la tranquilidad de la comunidad. Con la sospecha de que pueda...