8- La persecución a punta de pistola

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Llegamos a la cocina, la cual tenía un olor delicioso. Esta era enorme, como si fuera la cocina de un restaurante de cinco estrellas. El ambiente allí se sentía más caliente y la razón fue porque había varias estufas encendidas. Era evidente que los cocineros se habían ido a prisa e incluso logré ver como en algunos juegos de cubiertos faltaban los cuchillos grandes.

-No se fueron desarmados- dije viendo que no había cuchillos.

-Entonces puede que ellos también estaban implicados o sabían algo- dijo Constantine.

-¿Pero entonces no fue algo tonto irse en medio de la noche en vez de quedarse aquí y hacer un fuerte?- dijo Shaggy.

-Tomando en cuenta que tú eres uno de los que ese demonio quiere, puede que al demonio ya no les interese- dijo Constantine.

Shaggy tragó saliva. Yo en cambio me enfoqué en apagar todas las estufas para evitar que se escapara el gas y evitar tragedias con las mismas.

-¿En dónde guardaran las papas?- dijo Shaggy empezando a buscar en los cajones.

-Y un buen vino- dijo Constantine.

-Tal vez en la alacena- dije abriéndola.

Al abrirla vi a un ser humanoide que vestía de charro de negro con elementos dorados y muy delgado. Los zapatos eran negros y algo puntiagudos. Llevaba un cinturón dorado con la imagen de una calavera y llevaba un par de pistolas a los lados. En la parte superior llevaba un moño rojo y la camisa era blanca. El sombrero era igualmente negro con elementos dorados, los cuales parecían tener formas de huesos. El rostro de la criatura era la de un cráneo sin ojos ni boca más extrañamente el cráneo estaba muy blanco. De los ojos emanaba un extraño fuego. El sujeto se me quedó mientras que yo me quedé más interesado en las Sabritas de Especias que estaban a un lado de él.

-¿Me pasas las papas, por favor?- le dije amablemente señalándole las papas.

El sujeto se volteó, tomó las papas y me las pasó, confundido.

-Muchas gracias- le dije tomando las papas.

El sujeto, un tanto extrañado, parecía que iba a decirme algo pero yo cerré la puerta antes de que pudiera hacer algo.

-Encontré unas papas- dije.

-¡Bien hecho Abelardo!- dijo Shaggy.

-¡Sí sí, muy bueno!- dijo Scooby.

Puse las papas sobre unos platos y comenzamos a comer. Mew se bajó de mi hombro. Se veía sumamente asustado.

-"Abelardo, ¿no te diste cuenta de ese sujeto?"- me dijo Mew telepáticamente.

-"¿Darme cuenta de que?"- pensé confundido.

Pero entonces súbitamente la puerta de la alacena recibió varios balazos de su interior y luego una fuerte patada la terminó destrozando. De sus restos salió el Charro Calavera, con dos revólveres en sus manos. Coraje pegó un grito de miedo al tiempo que yo me asusté también.

-¡Caracoles!- dijo Shaggy asustado.

-Shaggy Rogers, vengó por tu alma- dijo el charro calavera apuntándole con sus pistolas.

Nos pusimos detrás de una mesa antes de que empezara a disparar, logrando ponernos a salvo. Yo logré tomar un montón de papas antes de que apretara los gatillos.

-Así que ese es el demonio que mencionaron los Arizpe- dije terminando de comerme las papas.

-Así parece. ¿Qué vamos a hacer?- dijo Shaggy.

Una no tan aterradora aventura de HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora