10. hambre

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"¿En serio?" Matías se detiene en seco, mirándolo, está temblando de pies a cabeza, como si estuviera asustado "¿Hace cuánto lo sabés?"

Enzo siente una extraña alegría en saber que asusto a Matías.

Su voz tiembla, y desde el suelo puede ver sus ojos llenos de lagrimas, y se da cuenta que es muy tarde para seguir ignorandolo, negando lo que está creciendo dentro de él, que tiene afrontar todo.

La vergüenza se acumula en su estómago, enredando sus intestinos "Desde que estábamos en Montevideo" Confiesa suavemente, dejando que las lágrimas que ha estado acumulando desde hace meses fluyan finalmente.

Se siente liberador, dejarse sentir lo que ha estado reteniendo tanto tiempo, las lágrimas siguen fluyendo, e ignora las palabras que salen de la boca de Matías.

No puede ser nada bueno, no después de eso.

Matías se arrodilla a su lado, su olor tenido de tristeza, no lo abraza, ni se acerca a él, se quedan mirando fijamente la puerta del ascensor "Me enamoré de ti porque sabía que no podía tener mi familia con Malena"

Matías confiesa en voz baja, mirando con los ojos nublados a la puerta de metal, Enzo siente que debería preguntar algo, indagar más profundo, pero se queda callado, momentos como ese son únicos en su relación.

Momentos donde son personas normales y no animales.

"¿Te quedaste conmigo porque podía darte hijos?" Pregunta en voz baja, Matías se ríe suavemente y niega con la cabeza, una lágrima deslizándose por su mandíbula.

"Me quedé contigo porque algo me atraía a ti, como un imán, eres más que un útero Enzo, eres increíble, cada parte de ti, eres el omegas más maravilloso que he visto en mi vida, te amo"

Y si Matías se lo hubiera dicho al principio, tal vez todo hubiera sido diferente.

Pero no lo hizo.

"Yo igual te amo" Susurra y entrelaza su meñique con el de Matías, apoyando su cabeza en su hombro, piensa en todo el tiempo en el que se quedó callado, el tiempo en el que Matías no dijo que lo amaba.

Si Matías lo amaba, el igual lo hacía y dentro de su mente sabe que lo hace.

"¿Tienes hambre?" Matías susurra, levantándose y limpiando el polvo de sus pantalones, su cuello palpita donde los dedos del alfa apretaron y puede ver los rasguños en su mano.

Enzo no tiene hambre pero puede fingir hacerlo.

Puede fingir muchas cosas, como disfrutar su embarazo.

El director de la película resuelve la situación cuando se atreve a decirle, intentan terminar sus escenas antes de que su embarazo sea muy notorio, cuando sea inútil y no sea otra cosa más que el omega de su alfa.

La mayoría de las escenas son su cara  en primer plano, cubierto de capas de ropa o de los cuerpos de sus amigos, los maquillistas hacen lo que pueden para disimular los brotes de acné esporádicos o lo mucho que su piel parece brillar.

Solo les hace el trabajo más difícil, piensa.

Su dieta se interrumpe por el bien de su cachorro, de apenas 20 semanas, la curva se hace cada vez más grande y se siente cohibido cuando come más que todos los demás del cast, aunque nadie lo señala.

Nadie nunca dice nada, porque son parte de la manada de Matías, parte de su manada.

Se siente enfermo todo el tiempo, pesado, no puede hacer mucho por la enfermedad invisible que siente casi todo el tiempo, se relega a un lado, con la manos de su alfa sobre él.

"¿Tu querías este cachorro?" Le pregunta Agustín un día, están sentados juntos en la recepción del hotel, un domingo por la tarde mientras los demás juegan en la nieve.

Agus es parte de la manada de Esteban, un alfa grande y ancho, con el cabello largo y barba, siempre se había alejado de él tal vez asqueado por su comportamiento o asustado por lo que vivía,.

"Al principio no, pero ahora sí" Enzo miente, mirándolo al atardecer, no quería ese cachorro cuando lo descubrió, no quería ese cachorro en ese momento.

Espera alguna vez quererlo.

"Claro, entiendo" Agus mira hacia al suelo, tronando sus dedos contra su palma "Te veías triste, antes digo, me alegra que estés contento ahora"

Enzo lo mira, sus ojos brillan por el reflejo del sol y cree que es el alfa más poderoso que ha visto, pero Matías es el suyo, y aunque Agustín sea perfecto, Matías es suyo.

"A mí también me alegra estar contento ahora" Enzo sonríe, enrollando sus brazos alrededor de su estómago, la chaqueta de Matías oculta el bulto pero sabe que Agus puede verlo.

Agus asiente y le sonríe, levantándose del escalón en el que están sentados y extendiendo una de sus enormes manos hacia el "¿Tienes hambre?"

Enzo asiente, en realidad está vez, no tiene que fingirlo.

nueva ciudad | matienzo (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora