16. humillante

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Enzo alimenta a su bebé en silencio, temprano en la mañana, acaricia su espalda y le canta en voz baja disfrutando de sus momento a solas.

Tendrán cada vez menos tiempo juntos entre más avance su embarazo, la curva de su vientre se está empezando a mostrar más y a estorbar en sus actividades.

La bebé se retuerce entre sus brazos y Enzo la cambia de lugar, dejando que se siga alimentando, su camisa esta enrollada cerca de su cabeza y sus piernas están cubiertas con el cobertor.

"Hoy vamos a ver a tu hermanito ¿No estás emocionada?" Le susurra, sonriéndole, ella no dice nada pero aprieta su puño alrededor de su tela.

El piensa que ella esta emocionada. El está emocionado.

Su cita es en un par de horas, con una persona diferente a la que lo había atendido en su primer embarazo, Matías se había encargado de todo, de buscar, de agendar, se había encargado que todo estuviera bien.

Que saliera bien.

La bebé se despega de su pecho, un pequeño río de leche escurriendo de su boca, Enzo la limpia con su pulgar y la hace eructar en movimientos bien practicados.

La deja en su moisés, en la que está en su habitación, aunque Matías esté insistiendo en que debería empezar a dormirla en su habitación, Enzo se niega, no podría alejarse de ella ni por un segundo.

Había desperdiciado suficiente tiempo en no quererla como para perder más.

Se queda parado cerca del moisés, con sus manos sobre su estómago hinchado, ya es notorio, las personas en la calle ya pueden darse cuenta de su cachorro, y aunque lo oculta la mayoría del tiempo, a veces Enzo quiere que se den cuenta.

Para demostrar que es un buen omega, uno que puede cumplir con todo lo que su alfa le pida. Es un buen omega.

"¿Que pensas lindo?" La voz ronca de Matías lo asusta, su barbilla está apoyada en su hombro y sus manos están sobre las suyas, rodeando su estómago, bombeando su olor para marcarlo.

"Nada importante" Responde, con simpleza, mirando a Matías por el rabillo del ojo, el asiente en el la curva de su hombro, sin decir nada más.

Matías se separa de él después de un rato, besando su cuello con dulzura, "Quiero que sea tu día hoy, no cocines nada ¿A dónde querés almorzar?"

Matías sujeta sus mejillas hablándole con facilidad, Enzo se muerde el labio, pensando, no quería nada muy costoso, nada muy importante, una comida sencilla con su familia.

"¿Podemos ir a comer milanesas?" Pregunta, en voz baja, Matías niega suavemente y se aparta de él.

"No quiero hoy, ¿Que tal hamburguesas?"

Enzo asiente, obedeciendo a su alfa como se supone que debería hacerlo "Está bien"

Ambos se separan, Matías da vueltas por la casa mientras el se baña, el agua caliente destensa los músculos adoloridos de su espalda y calma el dolor de cabeza que empieza desarrollarse.

Cuando se da cuenta, está caminando con Matías por la calle, su bebé atada a su pecho, en algún lado había visto como hacerlo y lo había empezado a hacer, para tener a su hija lo más cerca de su corazón.

Matías lo abraza por la cintura, desacelerando su paso para caminar al mismo tiempo, Enzo suspira, con cansancio, están muy lejos todavía y ya no puede seguir caminando.

Matías olfatea su cuello, y huele su olor a cansancio, guiandolo hasta la parada de autobús más cercana, se sienta inmediatamente, suspirando de alivio cuando puede descansar un momento.

Su cachorro, que hasta ese momento había estado dormitando sobre su pecho se levanta, gimoteando contra su camisa y babeando.

Enzo sabe que tiene hambre, ha aprendido en 5 meses a diferenciar sus tipos de llantos, sus señales, las cosas que quiere y las que necesita.

La arrulla y empieza a intentar desabotonar su camisa, pero Matías pone una mano sobre su muñeca y aprieta, hasta que sisea de dolor.

"¿Que haces Enzo?" Matías le susurra en su oído, el enojo filtrándose en su aroma, las personas a su alrededor no se inmutan, mirándolos de reojo "No podés hacer... eso acá, no está bien"

Enzo intenta responder, abre la boca pero Matías aprieta su muñeca con fuerza y atrapa el aliento en su garganta "Si me respondes te rompo la cara"

Enzo se calla entonces, y abotona su camisa de nuevo, distrayendo a su hija lo mejor que puede para disipar su hambre, ella lloriquea en su hombro pero se queda lo suficientemente callada para que Matías no se de cuenta.

Sube al autobús, con Matías cerca suyo, sentándose en un asiento que una chica le ofrece cuando le ve, el le sonrie suavemente y le da las gracias.

Matías se sienta justo atrás, y lo escucha gruñirle a la misma mujer cuando pasa a su lado, Enzo decide ignorarlo.

No se atreve a decir nada en todo el viaje, dormitando contra el asiento, el cansancio repentino inunda su cuerpo pero es lo suficientemente consciente para sujetar a su hija con fuerza

Matías lo despierta con un golpe en el hombro, ayudándolo a levantarse y caminan el resto del camino hasta la clínica.

La bebé se remueve incómoda, hambrienta, su corazón se estruja cada vez que ella intenta llorar y él la calla, no tiene la culpa de nada, solo está reaccionando.

"Necesito darle de comer Matías" Se detiene, hablándole a Matías, su olor se agria en descontento y se gira. "Ella necesita comer"

"No me importa, no voy a dejar que te desnudes en la calle" Matías le responde entre dientes, sujetandolo por la muñeca y prácticamente obligándolo a correr detrás de él.

Su cachorro se agita y empieza a llorar en voz alta, lágrimas pesadas escurriendo de sus pequeños ojos, él intenta callarla lo mejor que puede hasta que Matías se detiene frente a un edificio.

"Entra, podés darle de comer en el baño"

Enzo lo hace, entra al edificio con Matías detrás de él, todo está decorado con mariposas y se da cuenta que es una sala de espera, llena de omegas y betas en distintas etapas del embarazo, que lo miran con simpatía.

Se acerca al mostrador y la mujer beta detrás le sonríe con amabilidad, su suave olor a sándalo ayuda a disminuir un poco su angustia.

"¿Puedo usar el baño, por favor?" Pregunta, con la voz entrecortada, la mujer asiente y con un par de señas le indica la dirrección.

Matías asiente detrás de él y se acerca al mostrador mientras camina hacia al baño, susurrandole algo al oído: "Apúrate"

Camina lo más rápido que puede, casi corriendo, se encierra en un cubículo apenas entra y se desploma sobre el inodoro, desabotonando su camisa y alimentando a su bebé.

Llora mientras lo hace, de humillación, de frustración, por el miedo que Matías le inculcó, llora con fuerza, hasta que su llanto se mezcla con el propio silencio del baño.

"¿Que tanto haces dentro Enzo?"

La humillación florece dentro de su pecho mientras calla sus sollozos.

***

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nueva ciudad | matienzo (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora