11. cansancio

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Enzo se siente vacío.

Un tipo de vacío que lo consume, dejándolo sin nada que le interese, no tiene energía, no tiene ganas, no tiene motivación de levantarse la mayoría del tiempo.

Pero lo hace, por los llantos estridentes de su hijo todas las madrugadas, por las exigencias de Matías, porque tiene que hacerlo.

Había tenido un embarazo difícil, un parto difícil y primeros días difíciles, los meses teñidos con sus propias lágrimas de dolor.

Había estado en trabajo de parto durante 60 horas, arrodillado junto a la cama del hospital gritando y llorando por algo, porque se detuviera.

"¡Por favor, por favor haz que se detenga!" Grito, en cuclillas, con lágrimas pesadas derramándose de sus ojos. "¡Por favor!"

Matías no estaba en la habitación por seguridad, era un alfa territorial y escuchar a su omega gritar en agonía podía ser peligroso para todos.

Fran estaba ahí, era uno de los pocos omegas en los que confiaba y de los que Matías aprobaba en su círculo de amigos, decía que era un buen omega, algún día tendría bonitos cachorros.

"Si pudiste abrir las piernas para coger, podés hacerlo para parir" La enferma le dijo, mirándolo con desdén, cruzada de brazos desde donde estaba "Deja de chillar, tenes 30, no es adecuado"

Enzo se calló entonces y se mordió la lengua hasta que sangro.

Fran le dijo después que podía denunciarla, algo sobre la violencia y que era un momento vulnerable, Enzo no lo escucho, demasiado concentrado en sentir su cuerpo suyo de nuevo.

Se había desgarrado durante el parto, una abertura de 3 centímetros que un médico tuvo que coser, y escucho vagamente que tuvo que haberse depilado.

No lo escucha, hipnotizado con el cachorro entre sus brazos.

Su bebé era un pequeña niña, con cabello claro y piel tersa, se parecía a Matías, en toda regla, con una pequeña nariz de botón y ojos enormes.

"¿Cómo quieres llamarla?" Le pregunto Matías, besando su frente sudorosa, su bebé estaba dormida sobre su pecho, envuelta en una manta suave.

Su puño estaba envuelto alrededor del dedo de Matías, durmiendo suavemente. Enzo siente algo dentro de su pecho, no el amor inmediato, si no algo más profundo e incorrecto.

Debe amar a su hija, debe hacerlo

"Cassandra, me gusta el nombre" Susurra, su voz apenas se escucha por la fuerza de sus gritos anteriores, el metal de su sangre en su lengua.

"Entonces, Cassandra Recalt, me gusta mucho"

Enzo se duerme un par de minutos después, con su bebé todavía en su pecho.

Deseaba volver a hacerlo, a dormir plácidamente con su bebé en su pecho, pero no se repite.

Su hija se despierta cada media hora desesperada por leche, porque está incómoda, porque ensució su pañal o solo porque era un bebé y no tenía consideración de su horario de sueño.

Se levanta y la toma entre sus brazos, sus ojos acostumbrándose a la oscuridad, ella está llorando, apretando su puño, la saliva resbala de su boca y Enzo sabe que es lo que quiere.

Lo peor que ha tenido que experimentar es el dolor después de tenerla, su útero se contrae cada pocas horas, le duelen los puntos y le duele el cuerpo, agotado.

Se levanta la camisa y la acerca a su pecho, los puños de su hija golpeando su piel, ella encuentra su pezón segundos después y el silencio inunda su hogar.

En momentos como esos, dónde el dolor irradia de todas partes y pequeñas lágrimas se escapan de sus ojos es donde se siente más vacío, sin propósito, solo una ama de casa para su alfa y su hija.

Arrulla a su hija entre sus brazos, con la cabeza echada para atrás, mirando el techo fijamente, abandona la idea de dormir, y mira la hora de reojo en el reloj al otro lado de la habitación.

3:40.

Piensa en lo que podría hacer de desayuno, de almuerzo y de cena, piensa en si debería lavar ropa o quedarse con su hija en la cama todo el día, baraja sus opciones y se da cuenta que no tiene muchas.

Es deprimente en lo que se ha convertido su vida.

"¿Porque estás despierto?" Matías le dice, tiene los ojos cerrados y una de sus manos en su muslo, dormitando todavía.

"La bebé tenía hambre" Susurra, apartando un par de mechones de la cara de su bebé, ella esta profundamente dormida ahora, y la pone en su moises entre ellos. "¿Que quieres almorzar hoy?"

"Es muy temprano para pensar en eso" Matías se da la vuelta, acurrucándose en sus sábanas y volviendo a dormir, sus ronquidos llenando el silencio entre los dos.

Enzo se mira las manos, dónde el esmalte de uñas que había intentado usar se esta cayendo a pedazos, se muerde la del pulgar.

"No está bien nada de esto" Susurra, a nadie en específico, se siente vacío, incomprendido, infeliz y es la primera vez que lo admite en voz alta, sus palabras resonando en su habitación.

"Estoy cansado"

Cierra los ojos y se levanta media hora después, su bebé gritando desesperada junto a su oído.

Está cansando.

***

comenten o hago sufrir más a enzo 😡 (amenaza)

nueva ciudad | matienzo (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora