17. pomelo

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Ambos caminan en silencio cuando sale del baño.

Matías lo abraza por la cintura, caminando detrás de él, lo escolta por la sala de la espera mientras sujeta su brazo hasta que siente sus dedos marcados en su piel.

Se traga cualquier ruido que quiera hacer, teme lo que Matías podría hacer entonces.

Él lo sienta en una esquina apartada, dónde la persona más cercana está a cinco asientos de ellos, toma su mano sobre el metal helado de la silla y apoya su cabeza en su hombro.

Su cachorro está dormida sobre el pecho de Matías, acurrucada en la curva de su hombro, él sujeta su trasero torpemente y no puede evitar mirar a los dos cada pocos segundos, asegurándose de que no se le resbale de sus brazos.

"Deja de mirarme, no se me va a caer" Gruñe Matías cerca de su oído, sujetando a su hija con más fuerza y separándose de él.

Enzo se ruboriza de inmediato, bajando la cabeza y mirando fijamente al suelo, "Lo siento" Susurra, en voz baja y empieza a jugar con sus dedos.

No quiere seguir molestando a Matías, no después de hacerlo hasta que tuvo que volver a amenazarlo con pegarle, él no lo había hecho en un tiempo, no se había sentido asi en un tiempo. Tan culpable.

Se lo había buscado, piensa, si no lo hubiera molestado no estaría pasando nada de eso.

"Recalt a consultorio 3" La secretaria dice en voz alta, apuntando hacia una puerta, Matías lo levanta de un tirón, jalandolo por el pasillo hasta su destino.

Se fija brevemente en la decoración, cada puerta es diferente, con su propio color y las pocas que están abiertas están decoradas a su propia manera.

Se detienen frente a una puerta, la más bonita hasta ahora, es blanca, con algunas plantas colgando y la perilla dorada, mariposas y estrellas pintadas en toda la superficie.

Matías agria su olor, y entra, cambiando inmediatamente su semblante, sonriendo de oreja a oreja y soltandolo, los moretones rojos ocultos por la manga de su camisa.

Levanta la vista del suelo, principalmente para observar dónde ir, y es cuando puede ver a la doctora detrás del escritorio, una mujer omega con el cabello castaño, vestida con una blusa y pantalón bajo una bata que parece quedarle enorne, y puede ver la marca de un lazo en su hombro.

Enzo se pregunta como se sentirá tener una.

Nunca habían hablado de eso con su alfa, pero sabía que el no quería marcarlo, aunque tuvieron dos cachorros juntos, Matías todavía no estaba listo.

Enzo tampoco, pero lo estaría cuando Matías le dijera. El haría cualquier cosa que Matías le dijera.

No dice mucho durante su cita, se encarga de sujetar a su bebé entre sus brazos y mirar al suelo, la mayoría de las preguntas son dirigidas a él, pero Matías las responde antes de que tenga oportunidad.

Es mejor así, no cree que su opinión tenga mucho valor sin el respaldo de su alfa, incluso si fuera acerca de su propio cuerpo, no se considera con el derecho de hablar sin que él lo autorice.

"Veo que tienen una hija ¿Hace cuanto nació?" La mujer pregunta, mirándolo a él, Matías se queda callado y cuando lo ve se da cuenta que está esperando que conteste.

"Cinco meses, se llama Cassandra pero le decimos Cassie" Le contesta, sonriendo e inconscientemente dejando que su propio olor a cítricos se libere, ahora mezclado con el olor a dulzura del embarazo y de la leche. Huele a pan de naranja en este punto.

"Cinco meses, de acuerdo" La mujer susurra, una mueca plasmada en su cara, escribe rápidamente y vuelve a verlo "¿Hace cuantos se enteraron del embarazo?"

"El mes pasado, pero lo supe incluso antes..." Matías empieza a explicar, efusivamente, entonces Enzo vuelve a callarse, jugando con la esquina de la manta de su cachorro.

Intenta desconectar su mente de nuevo, pero cada palabra rebota dentro de su cerebro, regresandolo a la superficie, aún así se mantiene en silencio, mordiéndose la lengua.

"Quiero dejar en claro algo, tres meses entre embarazos es peligroso, usualmente se recomienda un mínimo de un año por la seguridad tanto del feto como la de la madre" Empieza la mujer, hablando en un mismo tono y con las manos entrelazadas "Quiero monitorear este embarazo de cerca, para minimizar los riesgos lo mas posible"

Enzo envuelve sus brazos alrededor de su abdomen hinchado, y Matías encuentra el camino hasta una de sus manos, dándole un suave apretón cuando huele su olor a angustia.

No quiere perder a su bebé por su culpa, arruinar algo que todavía no ha tenido la oportunidad de nacer, quiere que crezca, que sea feliz, quiere tenerlo.

"¿Podemos verlo?" Pregunta en voz baja, estudiando las facciones de su cachorra dormida, ve de reojo como la mujer asiente y le hace un ademán para levantarse.

El la obedece, cediendo con suavidad su cachorro a los brazos de Matías, el no presta mucha atención al proceso, hasta que está sentado en la camilla con su camisa desabotonada y el gel tibio en su estómago.

"Ven eso, ese es su cachorro" Dice la mujer, emocionada, señala la pantalla y Enzo puede ver con claridad a su bebé, la mayoría de su cuerpo formado "Tiene alrededor de 15 semanas, asi que ya podemos intentar ver su sexo ¿Les gustaría?"

Matías asiente, pero Enzo está demasiado ocupado observando y memorizado cada pequeño detalle de la imagen frente a él.

Es hermoso.

"Es un niño aparentemente, un niño del tamaño de un pomelo"

Su niño, piensa Enzo, es un niño.

Mira a Matías buscando su aprobación y cuando lo ve al borde de las lágrimas sabe que lo hizo bien.

Al finalizar la cita, con la ecografía guardada en el pequeño bolso de su bebé, la mujer lo detiene, con una pobre excusa de hablar cosas más intimas del embarazo.

"Si alguna vez te sientes en peligro, soy parte de una asociación que interviene en estos casos, ve cuando quieras, diles que vienes de mi parte"

La mujer deja una tarjeta en su palma abierta, cerrando su puño sobre el papel, y abriendo la puerta para el.

Se despide y arruga el papel dentro de su puño.

No cree que alguna vez tuviera que ir, aunque Matías es malo a veces sabe que es porque se lo merece, pero sabe que nunca le haría daño sin razón, sabe que el lo ama más de lo que puede expresarlo.

"¿Que tenés en la mano?" Le pregunta Matías, mirando el papel entre sus dedos mientras paga la consulta, Enzo lo mira unos segundos y tira el papel al suelo.

"Nada importante" Se encoge de hombros, empezando a caminar detrás de Matías "¿Viste que nuestro bebé es del tamaño de un pomelo?"

Matías se ríe, suavemente y lo toma de la mano "Es un nene pomelo"

Enzo se ríe por primera vez en horas, los recuerdos del día borrandose de su mente.

nueva ciudad | matienzo (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora