Capitulo 14

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Catherine

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Catherine

En la vida tenemos dos opciones, o nos quedamos callados y no decimos lo que verdaderamente sentimos, o hablamos con la verdad así tengamos que contar cosas que verdaderamente nos duelen.

Pero bien dicen que los cobardes se quedan atrás mientras que los valientes siguen avanzando hasta que llegan a la meta.

Nosotros somos quienes decidimos si nos quedamos atrás como cobardes y después arrepentirnos sobre lo que pudimos haber hecho o ser valientes y ver qué es lo que sucede conforme vamos avanzando.

Pero aveces el ser valiente también te genera miedo, todo en esta vida tiene una parte donde el miedo puede llegarte a paralizar al punto hasta en que parpadear te cueste.

Mis pasos eran dudosos conforme me iba adentrando en los jardines traseros del palacio, espero y deseo que él se encuentre en nuestro jardín.

Aunque sea unos pocos segundos quiero verlo, saber que sigue en el palacio y no se ha ido por mi culpa.

Quiero verlo para decirle que lo amo y que esté compromiso es solo por obligación y no porque verdaderamente ame a Adam, que si él siente lo mismo podremos encontrar una forma de poder ser felices.

Hoy seré valiente y le diré que el único hombre por el que he sentido algo verdadero en toda mi vida es solo él.

Solo David.

Cuando llegue a la puerta de madera dude por algunos momentos en entrar.

¿Y si él no siente nada por mi?¿Y si solo me estoy haciendo ilusiones?¿Y si él no quiere encontrar alguna alternativa para poder estar juntos?

Pero cuando gire la perilla sobre mi mano supe que ya no había vuelta atrás, tendría que confrontar mis miedos.

Al cerrar la puerta detrás de mi pude ver cómo él caminaba en círculos en medio del césped con la mirada en el suelo conforme daba cada paso.

En cuanto elevó la mirada chocando con la mía, mi corazón latió de una forma desenfrenada, con solo verlo volví a sentirme mejor.

El dolor de cada moretón desapareció, quise acercarme a él y rozar su mano con la mía, pero en cuanto di un solo paso él lo retrocedió.

Su rechazo dolía como una espada encargada en la espalda, de esas que te traspasan todo el cuerpo hasta que llega el punto de la agonía donde más te duele la muerte.

Siempre pensé que el mayor dolor que sentiría en la vida eran los golpes de mi padre hacia a mi, pero realmente lo que más duele es ver cómo David me mira con los ojos cristalizados.

–David– susurré su nombre teniendo un nudo en la garganta.

Esta vez eran de esos nudos que por más que luchas no lograbas deshacerte de ellos porque te quemaba la garganta hasta que dijeras lo que tenías que decir.

La promesa del amor (Completa ✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora