Catherine
Todos en algún momento hemos fingido estar bien, aunque algunos quieran negarlo dentro de ellos saben que digo la verdad.
Dicen que Dios le da sus batallas más hirientes a los soldados más fuertes, pero ¿que pasa cuando el soldado no es fuerte y quiere tirar la toalla?
¿Debe exponerse ante las balas o solo ocultarse entre toda la sangre que va habiendo conforme busca un lugar donde esconderse?
El sonido de las ruedas de los carruajes resonaba en el jardín principal, las mujeres bajaban con ayuda de los hombres quienes les tendían sus manos, los choferes llevaban los carruajes a otro lugar y los guardias cuidaban los alrededores.
Los invitados entraban por la puerta principal donde yo los recibía, los hombres dejaban un beso en los nudillos de mis manos y las mujeres un beso en cada una de mis mejillas. Todos me felicitaban y me deseaban que tuviera un feliz cumpleaños.
Todos llegan vestidos de forma elegante y con los antifaces que son la temática que había elegido mi padre para esta ceremonia.
Mi vestido es de color morado con una falda larga y vaporosa, adornada con flores de tela en tonos más claros. El corpiño es algo ajustado y brillante, con detalles de encaje y perlas. Las mangas son largas a petición mía y con volantes, también tiene una cola larga que se arrastra elegantemente detrás de mi.
El antifaz es color negro de encaje con algunos detalles de pedrería en las esquinas donde forman pequeñas flores que combinan con mi vestido, el lazo que lo mantiene unido a mi rostro es liso y no lástima.
En toda la noche no me lo quitaría ya que antes de que todos los invitados llegarán mi padre me dio un fuerte puñetazo en mi ojos izquierdo dejando un moretón que ni siquiera con el maquillaje lo pude ocultar.
Una mano me tomo del brazo haciendo que acelerara mis pasos hasta que nos detuvimos en el jardín trasero donde pude ver el rostro de Adam.
–De nada– sonrió con suficiencia– te salve de esas personas que solo hemos visto una vez en la vida.
–Gracias– le sonreí.
Su mano dejo mi brazo.
–Feliz cumpleaños Catherine– me dio un fuerte abrazo.
Cuando sus brazos dejaron de apretar mi cuerpo acomode mi vestido.
–¿Listo para nuestro primer baile?– ladee la cabeza.
–Tendrás que soportar mis pisadas porque soy pésimo bailando.
Hoy era el día donde toda la realeza se enteraría de quién era mi prometido, todos sabrían que muy pronto me casaría.
Cómo cualquier otra princesa que cumple la mayoría de edad.
–Debemos volver– solté un enorme suspiro– me estarán buscando para platicar sobre los preparativos de nuestra boda.
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La promesa del amor (Completa ✔️)
RomansaÉl brillaba con la intensidad del sol en su sonrisa, iluminando incluso la flor más marchita con su alegría contagiosa. Mientras tanto, ella se deslizaba en la penumbra como la noche, emergiendo con la misma delicadeza que la luna. A pesar de ser co...