Llegamos al ¿pasado?

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En las calles del pueblo de Utah, un adolescente de 14 años, de cabello castaño rebelde que llegaba a tocar sus hombros, de ojos azules, piel ligera mente bronceada; traía puesto una camiseta ploma sin manga con jean azul oscuro y zapatillas verdes.

Caminaba tranquilamente entre la poca gente que transcurría a esas horas, con el pecho adelante como si mostrara orgullo.

Estaba orgulloso de haber fastidiado a los vecinos de Mark, este chico pertenecía al grupo de sus amigos. Entre todos hicieron varías cosas, ayudaron a Mark a lanzar globos con pintura al jardín de su molesta vecina.

Aún recuerda la cara de susto que puso al descubrir su preciado jardín manchado de varios colores, apena tenía que agradecerle por dejarle un jardín multicolor.

El sol se escondía entre el horizonte de la calle principal, eso indicaba que debería estar en casa, pero no quiere llegar por una razón siente que se sentirá solo cuando llegue, aunque este su familia presente.

De repente un dolor cruza su cabeza, uno que disminuye a los breves minutos.

Una vez que cruzo la calle, el dolor apareció y aumento de porrazo que hizo que llevara sus manos a la cabeza y soltara quejido.

Respiro profundo y el dolor pareció disminuir, sin embargo, ya se encontraba aturdido y amordazado que lo único que vino a su cabeza fue en llegar a casa.

Con el paso tambaleo camino otra cuadra.

El dolor regreso con más fuerza que el anterior, empezó ver borroso y sintió que sus labios superiores se manchaban de sangre, parece que su nariz sangra. Ya no aguanto más y se desplomó.

10 minutos fueron suficiente para recomponerse o ¿no?

Habré y cierra sus ojos, suelta quejido al sentir el latir de su cabeza y ve que esta tirado en el suelo, intenta levantarse.

Coloca su mano en la acera sentándose y se soba la cabeza.

Cuando el dolor desaparece por completo, se permite ver a su alrededor. Se le parece extraño que este en la calle y más a no reconocerla.

Sin darse cuenta se pincha el dedo con un chinche que estaba en la acera, su cuerpo reaccionó solo llevando su dedo cerca de su boca, pero se detuvo al darse cuenta de dicha acción.

Ve sus manos, manos que no había visto hace décadas. No eran metales, tampoco purpuras sino rosada ligeramente bronceada.

Inmediatamente se llevó las manos a la cara, y lo sintió. Esa suavidad y calidez del tejido vivo, por una razón estaba vivo.

De forma lenta fue levantándose, una vez de pie dio pasos lento apoyándose de las paredes, parecía un niño pequeño que está aprendiendo a caminar.

Llegó hasta una ventana extensa de panadería, aprecio su apariencia. Estaba en sus años de adolescencia, ¿cómo fue que llego aquí? Acaso es un sueño de mala broma que le está ocurriendo.

La angustia y miedo por saber que es una mentida todo esto lo lleva sentir el fuerte latido de su corazón y el aire que entra a sus pulmones. Esas simples acciones fisiológica lo trae de vuelta y más las miradas que le dieron el panadero dentro del establecimiento y la gente que estaba afuera que podía ver en el reflejo.

Volteo y sonrío como si no hubiera pasado nada, para irse lentamente de ahí. La atención que había tenido de la gente hace momento se esfumo.

El calor se les subió a las mejillas por el rochoso momento que acaba de pasar, ya no le estaba agradando sentí esta emoción.

Vio un parque, estaba solitario. Camino hacía el y se sentó en la primera banca que encontró.

Dejando salir un suspiro empieza a hacer memoria. ¿Qué fue lo último que hice?

Hasta el cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora