El cambió

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Al verlo con la tranquilidad y serenidad que duerme, sin saber lo que ocurre a su alrededor le causa envidia, una envidia sana.

Cómo quisiera no preocuparse por lo que tiene que hacer o lo que pueda pasar, sería fácil. Pero sabe que alguien tiene que llevar toda la cargar.

¿Acaso es un castigo?, y se es así. Será su castigo, el de llevar todo este peso y poder darle una mejor vida a su familia, a todos. Incluyendo a este pequeño que lleva en sus brazos.

Aunque él tenga que sufrir por ello.

Deja al pequeño sobre su cama, voltea y ve el espejo entero que está a lado del escritorio.

Camina hacía el, se observa y se sigue observando.

Quiere grabarse esta imagen, antes del cambio.

Cogiendo la tijera que reposaba en su escritorio lo lleva a la parte inferior de su pelo, con la otra mano coge los mechones y extiende la tijera.

─Lo siento, pero es necesario─ le dice en susurro a su reflejo.

Termina cortándolo.

Ya acabado, se vuelve a observa. Su mirada cambia a una decidida.

Voy hacer todo lo posible para cambiar todo, hasta donde llegue.

Porque sí, siente en el fondo que tiene un tiempo límite, un tiempo que ya está corriendo y no sabe cuándo terminara.

Ahora tiene que hacer algo, por lo que busca de nuevo en su escritorio.

Saca la pequeña alcancía del tercer cajón y lo coloca encima del escritorio; luego busca con que puede romper.

Recuerda para que era este dinero, mercadería de su banda favorita y un concierto que iba a darse en el siguiente mes. Sí, era algo que le hubiera gustado disfrutar.

La razón cuidar a sus hermanos.

Hubiera disfrutado ese día con ellos, pero estuvo molesto por no permitirle ir al concierto que había avisado con tiempo.

Bueno, sabiendo ese dato procede a rompe la alcancía.

Recoge y cuenta el dinero, es suficiente para comprar la leche de Gregory y le sobrar un poco.

Tendrá que trabajar, la leche no será eterna y las necesidades de un bebé son muchas. Eso lo resolverá mañana.

Vuelve a envolver al pequeño con el mantel de la mesa y lo amarra en su cuello, guarda el dinero y las llaves en su bolsillo para salir a la farmacia a comprar. Coge el pañal que arrojo en la papelera, no piensa dejar el pequeño en su habitación sabiendo que lo pueden descubrir si llora y eso incluye al pañal.

Saca la cabeza por la puerta viendo el pasillo a no ver nadie sale sigilosamente.

Al bajar por la escalera mira que su madre y hermanos siguen viendo la televisión, pero ahora están en una posición diferente.

Una sonrisa inconsciente se asoma a su rostro.

Sigue caminando y ya se encuentra afuera de la casa, agradece que su madre mantenga la puerta de la cocina abierta hasta que llegué su padre.

Su padre, pronto llegará.

Dándose cuenta del poco tiempo que tiene se dirige lo más apresurado que puede sin levanta a Gregory a la farmacia más cercana y por el camino arroja el pañal en un basurero. Aún no quiere enfrentarse con su padre.

Estando dentro pide al farmacéutico que le venda la leche.

El señor lo mira de arriba y abajo, colocándolo incómodo e nervioso, el señor voltea y se adentra.

Hasta el cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora