Capítulo 6

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01 de enero de 2005

—No hay moscas en la sopa.

Victoria se asomó por encima de Cinco y bufó.

—¿Por qué te preocupas en si alguien nos ve? No nos conocen, idiota.

—¡Shht! —Cinco se giró bruscamente y le tapó la boca a Victoria con la palma de su mano, poniéndola contra la pared.

Ambos estaban en un callejón de la ciudad. Habían avanzado solo un par de cuadras porque Cinco era exageradamente cuidadoso. Llevaban diez minutos fuera de la academia y Cinco lideraba la marcha a paso de tortuga.

Victoria se asustó cuando el ojiverde la hizo chocar contra la pared. Supuso que alguien los iba a atacar, pero resopló frustrada cuando vio que era un simple gato con una rata en la boquita.

Ocho apartó bruscamente la mano de Cinco y acomodó su uniforme.

—Mira, quiero dormir mis ocho horas, ¿vale? Ya he perdido diez minutos de sueño, no pienso seguir perdiendo mi valioso tiempo solo porque te las estás dando de tortuga ninja —dijo Victoria molesta y saliendo del callejón empezó a caminar deliberadamente por la vereda.

Cinco la miró enfadado antes de seguirla, mirando a su alrededor mientras se rascaba la nuca.

—Es que con lo tonta que eres seguro que vas a pensar que un balazo es la caída de una hoja en tu hombro y no pienso en cargar con tu muerte.

—Si logras procesar que estamos buscando a Klaus, ¿verdad? —preguntó enojada Ocho y apretó sus labios—. No entiendo por qué ninguno de ustedes se preocupa tanto por Klaus.

Cinco puso una mueca.

La noche era fría, ellos solo llevaban sus perfectos y lustrados zapatos para andar en la nieve y se estaban congelando. Incluso Victoria tenía su nariz roja por el frío y Cinco estaba pálido.

No sabían por dónde buscar, ni siquiera se hacían una idea de dónde podría estar su hermano, pero Ocho estaba decidida a recorrer la ciudad entera hasta encontrarlo.

—Klaus siempre ha sido extraño, Victoria.

—Pero antes no se había escapado, ¿verdad?

Cinco lo pensó un momento antes de suspirar y ladear su cabeza.

—Pues no —murmuró agarrando su propio cabello en un puño por un momento y mirando a todos lados.

Victoria lo miró de reojo con curiosidad y siguió buscando con la mirada mientras caminaban frente a algunas tiendas que estaban cerradas y casas donde se oían distintos tipos de músicas alegres.

Ocho estaba preocupada. Sus labios temblaban por el frío, sus dedos estaban rojos, ni siquiera llevaba su blazer, solo la camisa y el suéter; ambas prendas se volvían inservibles ante el infernal frío.

Aún así, no pensaba volver a la academia sin su hermano.

—¿Segura que buscaste bien en la academia? Tal vez el tonto esté acostadito y nosotros nos estamos matando de frío buscándolo —cuestionó Cinco cruzándose de brazos.

Victoria se detuvo abruptamente y se giró hacia él.

—¿Puedes, aunque sea por un solo maldito momento, dejar de actuar como un anciano amargado? Si no quieres acompañarme, ¡vete! Es mejor ir sola a estar escuchando tu estúpida voz.

Cinco entreabrió sus labios, sorprendido ante la actitud de la chica.

—¿Y qué pasa si te hacen algo? ¿Eh? No me importas, tontita, pero no pienso quedarme con cargo de consciencia si te matan por haberme ido.

𝐌𝐲 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐝𝐢𝐞 - Cinco HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora