Capítulo 12: Y el caballo musical en el que llegaste volando.

84 15 17
                                    

Pequeño fiero, monstruito ruin. Con él alguna vez nuestros puños se dieron un festín.
———

Algún lugar.
22:29 PM.

Ya llevaba vagando un largo trayecto a pie, y a pesar de que su cuerpo siempre había estado en constante entrenamiento gracias a sus intensas sesiones de ejercicios, y los deportes que alguna vez practicó día y noche, ya sentía el desgaste en la planta de sus pies; sus tenis completamente rotos tampoco ayudaban. Estaban tan rotos como su estómago debido a las pocas raciones de comida y agua, que a pesar de siempre ser escasas, ahora habían alcanzado un nuevo punto.

Nada de esto era su culpa. Estar ahí, en medio de la nada sin casi nada de suerte, era por la culpa de Luna y aquel engendro que decía ser su hermano. Si él no hubiera vuelto, Luna no habría ido a visitarla, pegándole así, la mala suerte que Lincoln cargaba y que seguramente se adhirió a ellas.

Sí eso no hubiera pasado, ella estaría en lo que es su intento de casa, tratando de arreglar su vida. Una vida que no se merecía, una que fue impuesta por la desgracia. Ella estaba destinada a la grandeza. No por nada se esforzó más que nadie en ser la mejor en todo lo que tuviera que ver con el deporte, para hacer la vida de sus sueños una realidad.

«Lynn Jr: Esto no es mi culpa...»

Pensar en eso le hacía hervir en furia. ¿Por qué? Lo tenía muy claro, o al menos, así lo quería ver. Nada de lo que le sucedió, la vida que tenía ahora, no fue por su mano propia. Fue la mala suerte. ¿Y sí no fue así? ¿Que pasaría sí en verdad todo fue responsabilidad suya? No solo la vida que llevaba ahora, también como inició de todo. Detestaba pensar en eso, pero alguna vez llegó a considerar que la culpa fue suya en primer lugar.

Necesitaba dejar eso, así que empezaría desde el principio.

Aquel partido de Béisbol era algo importante para ella. Se supone que marcaría un antes y un después, tal vez fue por eso que él equipo contrario hizo trampa para ganar, pero eso no justificaba nada. Ya antes había lidiado con problemas similares y lo había solucionado. ¿Por qué fue diferente esa vez? Lincoln, o mejor dicho, la Mala Suerte.

Su presencia en ese partido era razón suficiente para atribuir su fracaso. Fue suerte poder aprovechar los problemas económicos de su familia con los problemas que él empezó a dar, para convencer a los demás de las desgracias que producía el único miembro varón.

No pensó más.

Ahí estaba su respuesta. Desde esa fecha, Lincoln solamente echaba a perder las cosas con todos ellos. Lo hizo con Luan a la hora de dar sus shows de comedia, lo hizo con Luna y Sam en la relación que ambas tenían. Recordó como sucedió esa noche, ellas dos terminaron y Luna se encargó de darle su merecido a la pequeña rata blanca; ojalá hubiera terminado el trabajo.

Se hubieran ahorrado todo lo que sucedió después. Entonces, ahí llegó a su mente la razón de iniciar su propio viaje, y porque aguantaba todo lo que le estaba pasando. Ella debía ponerle fin al reinado de terror que la mala suerte tenía sobre su familia, debía ponerle punto final para darles un mañana, y así, también alcanzar la vida que se le prometió.

Su suerte parecía cambiar cuando pensó en eso, como sí la vida misma o el Dios de la Suerte correspondiera a sus pensamientos.

Un carro con música rock a todo volumen pasó al lado de ella, y como pasajeros, logró reconocer a los estúpidos amigos de Luna: una chica con flequillo que cubría sus ojos y un chico castaño. Otro carro pasó, y vió al mocoso de color con lentes quien fué el mejor amigo de Lincoln de niños. Mas carros, unos tras otros, rodaron silbando a su lado, y pudo identificar a varios adultos de la misma forma, antiguos amigos de la Mala Suerte.

The Loud House: Hermanos Hasta el Fin. (Luna Loud)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora