Noches largas

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El primer mes con Eric en casa se hizo demasiado largo e insoportable. Realmente solo era malo cuando lloraba de una manera tan descontrolada que eran incapaces de consolarle durante varios largos minutos.
Solía pasar por las noches.
Juanjo y Martin habían establecido turnos en los que un día se levantaba uno y al siguiente el otro. Aún así, se despertaban los dos y no volvían a conciliar el sueño hasta que su hijo no estuviera completamente dormido.

Tres días después de cumplir dos meses, cayeron rendidos en su cama después de haber logrado que Eric se quedara quieto en su cuna, respiraba tranquilamente y su pequeño brazo rodeaba un peluche.

Tres de la mañana. Primer llanto.

—Amor, te toca a ti.— Pronuncia Juanjo, somnoliento.

Martin consigue levantarse de la cama lo más rápido posible y se apresura para sacar a Eric y cogerle en brazos.

—Ya está, mi niño.— Dice el vasco besando la cabecita del bebé.

Se movía por la habitación bajo la atenta mirada de Juanjo, que seguía cada uno de sus pasos. Le daba igual que hora fuera, qué tan cansado estuviera, siempre algo dentro de él se iba a revolver cuando veía a los dos amores de su vida.

Las lágrimas cesan y los gritos de Eric se convierten en una sonora respiración. Martin suspira aliviado y sonríe al ver a su hijo dormir tranquilo (al fin) en sus brazos. Lo vuelve a dejar en su cuna y se tira en el colchón, acurrucándose con su marido.

—A ver cuánto nos dura la paz.

Dicho y hecho.

Segundo llanto. Cuatro y diez de la mañana.

Era esta vez el turno de Juanjo.
Martin se revolvió entre las sábanas, aún con los ojos cerrados intentando alejar su mente de todo el ruido, pero era imposible.
Podía oír los suaves susurros de su marido que intentaban calmar a su hijo.
Le tenía agarrado por la espalda con tan solo una mano, que era suficiente para cubrirla entera, y con la otra rodeaba sus piernas. Dejaba besos sobre su sien mientras notaba como su hombro desnudo estaba cada vez más mojado, lleno de una mezcla de lágrimas y babas.

Quince minutos después, ahí seguían.
Agradecían a sus "yo" del pasado por haber tenido la grandiosa idea de comprarse un chalet, seguro que si tuviesen vecinos estos se estarían retorciendo y maldiciendo a la pareja.
Por alguna razón, ningún método funcionaba. Ya habían probado a darle el biberón, que rechazó al instante, su pañal estaba completamente seco.
Lo único que se le ocurrió a Juanjo fue tumbarse en su cama con Eric sobre él e intentar dormirle en su pecho.
Y eso hizo.
Y fue como por arte de magia que cinco minutos después, volvió a soñar, con una cara tan adorable, como si fuera un angelito y hace diez minutos no hubiese estado gritando durante un rato que parecía infinito.

Ahora, Juanjo y Martin lo veían como la cosita más frágil del mundo, dormido entre los brazos de su padre, colocando una de sus pequeñas manos justo en su corazón, sin querer.
Sonríen simultáneamente con esa imagen y entrelazan miradas.

—Mírale, parece bueno y todo.— Dice Juanjo en un susurro prácticamente inteligible.

—Oye, que mi niño es el más bueno del mundo.

—¿Sabes qué pienso?— Cambia de tema el maño. —Que solo quería venir a dormir con sus  padres, mi bebé. Se ha tranquilizado en cuanto me he tumbado. No sé tu, pero yo me podría acostumbrar a dormir así.

Martin sonríe y apoya su cabeza en el hombro de su marido, mirando en primer plano la cara de paz de su hijo.

—Yo me podría acostumbrar a miraros así para el resto de mi vida.

A la mañana siguiente Martin se despierta y se da cuenta que el motivo no ha sido un estridente llanto, y, que la escena más bonita que podría existir la tiene él frente a sus ojos.

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Eric tiene cinco meses cuando son capaces de dormir por primera vez una noche del tirón, sin despertarse ni una sola vez.
Había estado aprendiendo a dormir en su cuna, solo. No van a negar que les había costado la vida hacerlo, pero que lo habían conseguido.

Juanjo, feliz, se acerca a la cuna de su hijo y le levanta en sus brazos, mientras este se despereza y sus diminutas manos se dirigen a sus ojos para aclararlos. Inmediatamente esconde su cara en el cuello de su padre al tener contacto directo con la luz del sol.

—Buenos días, mi niño.

Por otro lado, Martin aún se está haciendo a la idea de tener estas noches de paz, y de que sus despertares sean así, al lado de los amores se su vida, siendo felices desde la primera hora de la mañana.

Juanjo le suelta en su cama y Eric se acerca gateando hasta Martin, y ahora es su turno para comérselo a besos y recordarle mil veces lo mucho que le quiere.

—Mi amor. Mi bebé precioso. Qué ojitos tienes.

Martin describe enamorado todas las facciones de su hijo, y, de mientras, Juanjo se tumba en la cama con ellos para poder admirarles.

—Por haber dormido una noche entera, hoy nos vamos a quedar todo el día en la cama.

Y eso hicieron, rieron a más no poder, descubrieron nuevas habilidades de Eric y le enseñaron a balbucear la palabra "ajo".
Al menos las noches ya no se hacían tan largas, aunque no podrían serlo si estaban los tres juntos.

HE VUELTOOOOOOOOOO, me habeis echado de menos yo lo sé. Para recompensaros os traigo este capítulo monísimo perfecto para las imágenes mentales de padres primerizos etc etc

yaaaaa sabeis que si quereis comentar y votar me haceis la mas feliz del mundoooo.

os quieroooo 💘💘

One Shots Juantin | KID FICSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora