Magallón

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—Papi —dijo Clara, alargando la última vocal— ¿cuánto queda? Es que me aburro.

Habían viajado muchas veces en avión, normalmente por la noche, por lo que la niña se pasaba durmiendo el vuelo entero, pero en coche era otra historia.
Habían salido de casa a las ocho de la mañana y Clara había conseguido dormir solamente una hora.

—Amor, todavía queda mucho rato. No te preocupes que ahora en un rato paramos para comer un poquito, ¿tienes hambre?

—Mucha, me duele un poco la tripa.

—Pues, a ver, ¿qué podemos hacer para que a mi niña le deje de doler la tripa?

En ese momento Martin interrumpió la conversación.

—¡Ya se, seguro que una ronda del "Veo Veo" lo soluciona!— dijo el vasco, girándose todo lo que el cinturón de seguridad le permitía para mirar a su hija, que ya tenía una sonrisa en la cara ante su propuesta.

—¡Si, empiezo yo! Tenéis que responder los dos.

Por otro lado, Hugo dormía como un tronco, ningún ruido era capaz de despertarle. Había pasado una mala noche y sus padres predecían que esto pasaría, al menos, por su parte estaban teniendo un trayecto tranquilo.

—Veo, veo.

—¿Qué ves?— respondieron los dos al unísono.

—Una cosita.

—¿Y qué cosita es?

—Empieza por la letrita.....¡A!

—Emmmmm —dijo Juanjo, haciendo como que pensaba— un árbol.

—¡No! Te toca aita.

—Pues no sé, hija. ¿Arbusto?

—Pero si es súper fácil— exclamó la niña entre risas al ver que sus padres no lograban adivinar lo que era.

—¡El andén!— respondió Juanjo, haciendo referencia a una de las cosas que había aprendido en una clase de seguridad vial en el colegio, y que no paraba de repetir cada vez que iban por la carretera.

—No —dijo Clara— ¿Os rendís? ¡Era aita!

La sonrisa en la cara de Martin se hizo incluso más grande de lo que ya era.

Un rugido que provenía del estómago de su pequeña interrumpió el silencio que había en el coche.

—Papi, ¿no puedes ir un poquito más rápido? Tengo mucho hambre.

—No, cariño. Mira, hacemos una cosa, tú tienes que cerrar los ojitos y cuando los abras, ya estaremos comiendo, ¿vale? Pero te tienes que dormir un poco, mi amor.

Pronto encontraron un restaurante de carretera en el que desayunar, pues tan solo eran las nueve y media de la mañana y estaban hambrientos.

El aparcamiento estaba vacío por lo que no les fue difícil encontrar sitio para dejar el vehículo. Martin salió del coche para abrir la puerta que daba al asiento de su hijo, que seguía dormido plácidamente.

Le desató de su silla y le levantó suavemente, dejando que apoyara su cabecita en el hueco de su hombro. Comenzó a dejar besitos en su mejilla y Hugo reaccionó ante el contacto, abriendo lentamente los ojos y levantando la cabeza para encontrarse con la mirada de su aita. Soltó un quejido y Martin le colocó en su costado para evitar que se durmiera otra vez.

Juanjo despertó a Clara con delicadeza acariciando su mejilla.

—Clarita, mi amor, venga que vamos a comer.

La niña levantó los brazos y Juanjo lo tomó como una señal para cogerla en los suyos, y es que aún no había cumplido los cinco años, seguía siendo su bebé.

One Shots Juantin | KID FICSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora