Fiesta de cumpleaños

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Ya todo el mundo había llegado. Eran alrededor de las siete de la tarde cuando los adultos hablaban animados en el jardín y los niños jugaban en cualquier lado de este, muchos de ellos dentro de la piscina de bolas, entre ellos Clara, que era tan pequeñita que no podía moverse por otro sitio.

—Amor, voy a por Clara, se está agobiando con tanto niño— indicó Juanjo, después de notar como su hija ponía muecas de frustración al ver como el resto de sus amigos la rodeaban e intentaban jugar con ella.

Juanjo se acercó hasta donde estaban todos los niños y cogió a su hija en brazos, evadiendo todas las miradas confusas de los pequeños, que tardaron poco en volver a lo que estaban haciendo antes.

—Es que como parece una muñequita todos los niños quieren jugar con ella, ¿a que si mi amor?— Dijo el mismo, dejando besos en sus rechonchos mofletes, causando unas pocas carcajadas de su hija.

Todos miraban con ternura, incluido Martin, que se encontraba al lado de ellos observando con un amor que le sobresalía del cuerpo.

El vasco tenía entre sus brazos a su sobrina, la hija de Javier, que apenas tenía tres meses.

—¿No habéis pensado en la parejita? Os queda genial— pronunció Bea, desde el otro lado de la mesa.

Juanjo y Martin se miraron y sonrieron, dándose cuenta de lo bien que se veían, cada uno con un bebé en brazos.

En ese momento dos adorables niños llegaron e interrumpieron su tranquilidad.

—¡Mamá, es que Marta me ha pegado en el brazo!— Exclamó la hija de Naiara, quejándose de su hermana

—¡Pero si ya te he pedido perdón! Ha sido sin querer —se defendió ella— además, Mateo también te ha pegado sin querer y a él no le has dicho nada.

Dicho esto, Marta le sacó la lengua y salió corriendo.

—Es que Mateo y yo somos novios, ¿sabéis? Nos damos besos en la boca y esas cosas que hacen los novios. Estamos muy felices juntos, así que no nos intentéis separar.

Al terminar de hablar, Alicia salió corriendo sin pronunciar ni una palabra más.

Esta conversación hizo que todos los presentes comenzaran a reírse a carcajadas.

—Wacho, no puedo creer que nuestros hijos sean novios —le dijo Lucas divertido a Alex— pero como le haga algo a mi niña —e hizo una seña, llevándose su pulgar a su cuello y rodeándolo— avisado queda Mateito.

Los adultos se comenzaron a reír a carcajadas, no se creían que hubiese surgido el "amor" entre sus hijos.

Clara comenzó a moverse inquieta entre los brazos de su padre.

—¿Qué te pasa mi vida? ¿Quieres ir a jugar? Es que los niños son muy mayores para ti bebé, te pueden hacer daño.

Y Clara comenzó a llorar.

Había entendido que todos sus amigos eran más fuertes que ella y podría salir herida de sus juegos. Por eso el llanto empezó.

—Venga, mi amor, ¿a qué quieres jugar, quieres ir al tobogán?— dijo Martin, cogiendo a su hija de los brazos de su marido para levantarse con ella y alejarse de la mesa de los adultos.

En cuanto Clara vio que se aproximaban al tobogán comenzó a aplaudir contenta. Habían dado en el clavo comprándolo, pero no sabían que su hija acabaría adorándolo tanto.

Martin ayudaba a su pequeña a subir las escaleras, y cuando se encontraba arriba, se iba al lado para agarrarle del estómago mientras se tiraba. Esto causaba las carcajadas más bonitas que había escuchado en su vida. Y lo repitieron todas las veces hasta que Clara se cansó de reírse y del tobogán, daba completamente igual que su padre llevase diez minutos sin sentir su brazo.

One Shots Juantin | KID FICSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora