Preludio

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La lluvia cae lenta, serpenteando por los agujeros de su mente, mientras el recuerdo de un cielo anaranjado en una tarde de verano se clava dolorosamente en su corazón. Han pasado años; años que se han perdido en un torbellino de apresuramiento y quietud abismal. Aún siente en sus ojos la carga de los suyos, como si la muerte misma buscara el beso helado de la espera.

Aún recuerda la primera vez que la vio. El tiempo se congeló en medio de la multitud. El bullicio de las conversaciones, la música, los instrumentos, sus compañeros, la impaciente amiga que la acompañaba incesante; todo se convirtió en un murmullo distante, una molestia insignificante. Ella recogía con ternura los pequeños restos de basura de los horribles manteles de flores anticuados, mientras ellos buscaban las notas perfectas al final del gran salón.

Las mesas dispuestas al azar en el espacio; la barra donde se servirían las distracciones; el techo adornado con luces claras y las paredes revestidas de maderas bañadas en delicado barniz, todo se combinó para capturar un momento que dejaría una cicatriz indeleble en su mente.

—¡Ey, concéntrate! Otra vez te olvidaste de entrar a tiempo —dijo Esteban, con su sonrisa amable y paciencia inagotable. Con diecisiete años (como todos allí) era alto, de pelo castaño, con gafas, delgado y dotado de una notable habilidad para la empatía, dar cariño y caer bien.

—No está a tu alcance. Ahora toma la letra y canta donde corresponde —murmuró Andrés, perceptivo y ácido. Bajo, de pelo largo, con olor a cigarrillo, amargura disimulada con ironía, y un rostro inmutable ante cualquier estímulo.

—Bueno, da igual. Ninguno es perfecto y, al menos, sabemos que es machito —exclamó fuertemente Camilo, sentado en su sillín, girando las baquetas con la gracia y ligereza de la juventud flotando como una pluma en medio del desierto.

—Uno, dos, tres, cuatro...

La música comenzó a elevarse, llenando el aire con su vibrante energía. Ella sonreía mientras sus ojos traviesos conversaban con su amiga a la distancia. Sus miradas se cruzaban de vez en cuando, pero los ojos de él se clavaron en los suyos. Sin explicación, sin sentido, sin motivo, el peso de su mirada iluminó los abigarrados muros de aquel antro.

She Will Be Loved fue el tema. Su voz temblaba, pero en su inseguridad se insertaba la imperiosa necesidad de alcanzarla.

"Look for the girl with the broken smile"

Ella lo miró fijamente. Su sonrisa se desvaneció y su rostro se inclinó levemente hacia un lado, dejando caer su hermoso cabello negro sobre sus delicados hombros. Sus penetrantes ojos verdes se llenaron de congoja, y alguna herida profunda emergió del subconsciente al presente.

El tiempo se detuvo para ambos. Él deseaba alcanzarla, conocer sus alegrías y sus penas, tomar su mano, correr a su lado, reír, compartir algo, vivir. Ella, inmóvil en ese instante, dejó caer una lágrima, la última testigo de su conexión.

"And she will be loved Please don't try so hard to say goodbye"

La amiga le susurró algo al oído; ella, como si despertara de un trance, recogió sus cosas y, sin mirar atrás, se retiró.

Por dentro, el sentía que su alma ardía de necesidad por saber quién era, emocionado por la intensidad del impacto que había tocado su ser y triste por no poder controlar los designios del destino. ¿Acaso la volvería a ver?

Poco sabían todos los presentes que estaban a punto de embarcarse en la historia más intensa de su juventud, una historia que quedaría grabada con fuego en lo más profundo de sus corazones.

La música seguía su curso, pero para él, el mundo se había detenido. Las notas flotaban en el aire, apenas audibles, mientras su mente estaba atrapada en el recuerdo de esos ojos verdes, profundos y melancólicos. Cada acorde era una puñalada de nostalgia, una cuerda que tiraba de su corazón, llevándolo de vuelta a ese momento en el que sus miradas se encontraron.

La vida continuó, pero él no pudo evitar que su mente regresara constantemente a ella. En los días que siguieron, sus pensamientos se llenaron de preguntas sin respuesta. ¿Quién era ella? ¿Qué historia se escondía detrás de esos ojos tristes? Cada vez que intentaba concentrarse en algo, su mente lo traicionaba y volvía a esa noche, a esa mirada que lo había dejado marcado.

Por las noches, se encontraba mirando el techo, repasando cada detalle. El suave murmullo de la multitud, la luz cálida que bañaba el salón, el aroma a barniz y madera vieja. Pero sobre todo, la imagen de ella, con su cabello negro cayendo en cascada y esos ojos que parecían contener un océano de dolor. El recuerdo lo consumía, una mezcla de fascinación y desesperación.

Sus amigos notaron el cambio. Esteban, siempre perceptivo, intentó hablar con él.

—¿Qué te pasa? Desde esa noche estás como en otro mundo.

—No puedo dejar de pensar en ella —admitió él, con una voz cargada de frustración y anhelo.

Esteban lo miró con comprensión, pero también con preocupación.

—Sabes que no podemos controlar a quién conocemos ni cuándo. Si está destinada a estar en tu vida, lo estará.

Pero esas palabras, aunque bien intencionadas,no eran suficientes para apaciguar su inquietud. Cada vez que cantaba "SheWill Be Loved", sentía como si su corazón estuviera a punto de romperse.La canción se había convertido en un recordatorio constante de lo que habíaperdido, de lo que nunca había tenido pero que, inexplicablemente, sentía comosuyo. 

Notas de un Cielo AnaranjadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora