Otoño X

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Camilo era un joven alto y delgado, moreno, con cabello oscuro que caía desordenado sobre su rostro cuando no estaba escondido debajo de su característico gorro negro. Sus ojos, de un color avellana profundo, parecían ocultar un mundo de pensamientos y emociones que rara vez compartía con los demás. Siempre vestía con camisetas negras de bandas de metal y pantalones oscuros, mostrando su devoción por la música que lo acompañaba desde la infancia.

Desde que era un niño, Camilo había soñado con formar parte de una banda de rock. Esa pasión lo llevó a dedicarse por completo a la música, y pronto se convirtió en un virtuoso de la batería. Su habilidad para mantener el ritmo y su energía en el escenario lo convertían en el corazón de la banda, aunque pocas veces recibía el reconocimiento que merecía.

A pesar de su aparente indiferencia hacia el amor y las relaciones románticas, Camilo era quien más solo se sentía en el grupo. Mientras sus amigos Andrés, Ignacio y Esteban se enredaban en complicadas historias de amor, él prefería refugiarse en la música y los videojuegos. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, anhelaba encontrar esa conexión especial que parecía esquivarlo constantemente.

Aunque era el "extra" del grupo, aquel que a menudo pasaba desapercibido entre las personalidades más llamativas de sus amigos, Camilo era el pilar silencioso que los sostenía a todos. Su lealtad y dedicación eran inquebrantables, y siempre estaba ahí para apoyar a sus amigos en los momentos difíciles.

Camilo encontraba consuelo y fuerza en la música. En cada golpe de su batería, en cada nota de su guitarra, encontraba una vía de escape y una forma de expresar todo aquello que guardaba en su interior. Y aunque el mundo exterior no siempre reconociera su talento y su valía, él sabía que dentro de la banda, era imprescindible.

El escenario estaba iluminado por potentes luces que resaltaban la figura de los músicos. Camilo, con su gorro negro y su camiseta ajustada, parecía fusionarse con su batería mientras golpeaba los tambores con una precisión impresionante. Su cabello oscuro se agitaba al compás de la música, y sus brazos musculosos mostraban una fuerza y una energía cautivadora.

En el público, entre la multitud de espectadores emocionados, se encontraban Francisca, Carla y Daniela, tres chicas de tercer año medio que asistían al festival en busca de diversión y buena música. Mientras disfrutaban del espectáculo, Francisca no podía apartar los ojos de Camilo. Admiraba cada uno de sus movimientos, cada golpe de la batería que parecía emanar una energía indomable.

—¡No, mira a ese baterista! —exclamó Carla, señalando hacia el escenario—. ¡Es increíble!

—Sí, ¡es impresionante! —respondió Daniela, asintiendo con entusiasmo—. ¿Quién será?

—No tengo idea, pero es genial. Me encanta su estilo —comentó Francisca, admirando la forma en que Camilo se movía con pasión y destreza sobre el escenario.

Mientras tanto, Camilo continuaba entregando su corazón y su alma a la música, sumergiéndose por completo en el ritmo y la melodía. Cada golpe de su batería resonaba en el aire, atrapando la atención de todos los presentes y dejando una impresión imborrable en aquellos que lo observaban.

A medida que la canción llegaba a su clímax, la intensidad de la música y la energía del momento parecían elevarse a nuevas alturas. Camilo irradiaba una fuerza magnética que envolvía a todos los que lo rodeaban, incluida Francisca, quien quedó completamente cautivada por su actuación.

Al finalizar la canción, el público estalló en aplausos y vítores, pero para Francisca, la verdadera estrella de la noche era el enigmático baterista cuyo nombre aún desconocía. Decidida a descubrir más sobre él, se propuso encontrarlo y conocerlo mejor, convencida de que aquel encuentro en el festival había sido el comienzo de algo especial.

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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