–Me gusta , si no tuviera a Emily en mi vida, después de leer esto no tendría más esperanzas en el amor.–Claro que te gusta –le sonrío.
–De nuevo tu nivel ha aumentado en cuanto a profundidad, ¿a que debemos agradecerle? –pregunta con sarcasmo.
Me limito a mirarlo mientras juega a no conocer la respuesta.–Quizá... a la reciente presencia de Devon estos últimos días –masculla de pronto.
Una sonrisa se me escapa tras escucharle.–Su presencia me ha inspirado un poco ciertamente. Es mejor para mí, si mi musa está cerca.
–Siento remordimiento por lucrar con tu tristeza, sería mejor hacerlo con tu felicidad –agrega tomando un sorbo del vino que he servido en su copa.
–Bueno, solo puedo ofrecerte esto de mí. Para un artista literario expresar sus sentimientos más asfixiantes resulta embriagador. En particular me es difícil desahogarme, como podrás darte cuenta lo hago de forma muy superficial contigo –me acomodo en el sofá– pero... cuando escribes, tienes la capacidad de sacar todo y convertirlo en una obra de arte, una que logre penetrar la mente y el corazón de las personas. Obtienes un estímulo que resulta mucho más placentero. Debido a que por lo general contarle tus patéticas historias a cualquiera de tus amigos, dará como resultado el que este le dé un 1 de importancia en un rango de 5, según el cariño que te tenga y otros factores que por igual influyen. Esto es debido a que no es a él a quien le acontecen tus anécdotas. Resulta distinto si entregas dichas historias a desconocidos. La mayoría de los lectores se meten bajo la piel del personaje principal puesto que para cada ser humano, su vida es una obra en la que ellos son el protagonista y todos los demás, personajes secundarios. Esto me permite hacerles vivir lo que leen a tal punto que sufren como si les estuviera aconteciendo. Entonces... te pregunto Dominic, ¿Crees que prefiero desahogarme con un conocido o hacer de mis sentimientos una obra de arte? –le clavo una mirada desafiante.
–Me esperaba una respuesta un poco menos extensa por decir algo o al menos más común, pero está bien –se sonríe–. Estoy seguro que esta novela por igual será todo un éxito –agrega al levantarse.
–Estoy segura de que será así –reafirmo.
–Vale, te dejo entonces –se acerca a mí– Emily ha estado muy cansada últimamente con las niñas.
–Dale saludos de mi parte –beso su mejilla.
Se escucha el sonido de la puerta tras cerrarse, confirmando que he vuelto a la soledad de mi hogar. Subo los pies al sofá, estirándolos con comodidad mientras sigo dando sorbos a mi copa. Miro a las ventanas corredizas que dan al jardín y observo la penumbra de la noche preguntándome si acaso "Él vendrá de nuevo hoy", podría enviarle un mensaje, pero eso me delataría, sabría que lo espero, como antes lo hacía y entonces podría quebrarme de nuevo. A veces me gustaría poder derrumbarme a su lado y quitarme esta máscara que llevo a todos lados para poder reprimir mis debilidades, pero es él la razón de que ahora la lleve. Si le permitiese hacerlo solo una vez más... juro que podría volverme loca. Sería muy provechoso para mi arte pero demasiado para mi alma. Caería de nuevo en la depresión, solo pensar en ello me causa una terrible ansiedad.
Me levanto para acercarme hasta el minibar y cojo un paquete de cigarrillos. Enciendo uno mientras retomo mi asiento y fijo la mirada de nuevo en la nada. Siento como el sabor débil de la menta baja por mi garganta y muy lejos de calmarme, mi ritmo cardiaco se acelera a tal punto que mis manos tiemblan ligeramente, por otro lado mi mente se concentra en dar una calada tras otra. El cigarro se consume y me pierdo en el humo que parece estar haciendo figuras mientras se disipa.
Repentinamente siento el tacto de unas manos rodearme. Sacan el cigarro de mi boca y lo apagan en el cenicero.
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El karma, el amor y yo
Romantik¿Has intentado dejar de amar a alguien? (sin éxito alguno), llegando a pensar que dicho amor es obra de una maldición karmica para hacerte pagar un error cometido en alguna vida pasada. Tras 14 años he amado a la misma persona, que por igual "me ha...