Capítulo 7 - Seguimiento

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– "El resentimiento se deleita de antemano con un dolor que querría que sintiese el objeto de su rencor"

–Albert Camus –le comento.

–Así es –se sonríe–. Ya sabía que reconocerías la cita.

–No es de mis favoritos pero debo reconocer que su trabajo es excelente.

–Vale, retomando entonces. El rencor no hace más que dañar, has dado el primer paso, que es reconocerte como una persona rencorosa, el segundo paso es soltarlo...

–El paso más complicado –resoplo–. Lo he intentado miles de veces, perdonarlos a todos, no solo a Devon... Pero no puedo, cuando lo tengo en cuenta yo... siento tanto rencor hacia la vida...

–Iliana, el mundo está lleno de personas que al igual que tú viven estas situaciones, no hay una razón en particular, solo pasa...

–El amor es lo único que puede salvarme y ni siquiera puedo recibirlo de la persona que dice amarme –mis ojos se cristalizan.

–¿Crees que el amor te hará perdonar así sin más? –cuestiona.

–No lo creo, estoy segura de ello Sr.Cameron, el verdadero problema aquí es que seré una carga para esa persona –desvío la mirada– porque lidiar conmigo es difícil.

–Estás dejando tu felicidad en manos de una persona que no estás segura de si llegará o no.

–Ya lo sé –suspiro–. Esa persona podría o no ser Devon, pero no puedo cambiar. Es mi pensar, soy una persona autosuficiente en mi soledad, trabajo, comparto con Dominic y su familia, socializo con mis admiradores y en entrevistas, sé estar sola... pero no me gusta –entrelazo mis manos–. No me siento feliz, quiero darle todo mi amor a alguien que por igual me entregue el suyo –fijo mi mirada en él–. Estoy cansada de ser errante, quiero detenerme y echar raíces, quiero un lugar donde pasar el resto de mis días.

Cameron me observa detenidamente intentando analizar cada una de mis expresiones.

–Ha terminado nuestro tiempo por hoy –me informa– continuaremos la semana que viene –sonríe.

–Vale –me levanto del sofá– hasta luego Sr.Cameron.

–Cuidate Iliana.

Ya se ha vuelto habitual caminar por este pasillo. Mi mente reconoce los objetos y los espacios en el.

Mi móvil comienza a vibrar:

–¿Has terminado? –pregunta Dominic al otro lado.

–Si, ¿Estás abajo?...

–Me he complicado –resopla–. ¿Podrías tomar un taxi?, iré a tu casa en cuanto termine.

–Vale, no pasa nada.

Cuelgo.

Agradezco la preocupación de Dominic, pero debe entender que no es mi chofer. Cojo detener el primer taxi que veo y tras darle la dirección se pone en marcha. Es una tarde fresca de 20º grados, el sol brilla, hace bastante brisa y la ciudad parece animada. Normal, es viernes y cada vez se acerca más la navidad. No me he atrevido siquiera a ver las redes sociales de Devon, no sé cómo le está yendo pero me siento tranquila, al menos un poco, asistir al psicólogo de forma regular me está ayudando, al menos con el tema de desahogarme. Debería aprovechar la oportunidad para sacarlo totalmente de mi vida. Bajo del coche que aparca frente a mi casa y al entrar me dejo caer sobre el sofá. Tengo que escribir me digo a mi misma mientras voy por el portátil. Me siento en la silla frente al escritorio y lo enciendo. Leo un poco de los borradores que escribo cuando me siento inspirada, la mayoría trágicas por supuesto. Entre ellas escojo una que llama mi atención; "Como se cura un fracaso amoroso que ha pasado de enfermedad a maldición", podría basar una nueva novela en mi proceso de superación personal al romper definitivamente con Devon. Intento darle fluidez al texto mientras mis dedos van plasmando la trama que se forma en mi mente. Comienzo a sentir como mi esencia queda en cada una de las palabras, como si esto fuese una especie de ritual, mis ojos siguen la barra que parpadea pidiendo la siguiente palabra. Aquí es donde mi ser haya la verdadera paz, tras plasmar un centenar de frases para formar párrafos que desahoguen los pensamientos agobiantes de mi mente, los cuales se amontonan en montañas de palabras que pensé y quise expresar en algún momento, pero que no pude o simplemente no dije por miedo a que mi opinión no fuese bien recibida y simplemente pasaran de ella. El miedo al rechazo también se presenta ante mí en reiteradas ocasiones. Soy una cobarde que le teme a demasiadas cosas, pero cuando escribo... puedo decir lo que quiera, puedo ser realmente yo, dejando que todas mis emociones sean plasmadas y aun así... escojo que mis personajes sufran, ¿Irónico no?, le tengo rencor a la vida por cómo manipula las situaciones logrando hacer que me sienta miserable ante cada una de ellas y cuando se me da la oportunidad de labrar el destino de alguien hago lo mismo. Les hago sufrir como una especie de desahogo y no solo a ellos, sino también a quienes leen mis novelas. Me estoy desquitando con personas que no tienen culpa o conocimiento de todo lo que me ha acontecido.

–Parece que estas inspirada –dice una voz tras de mí.

–Así es, puedes servirme una copa por favor.

Prosigo inmersa en mis versos hasta que siento la copa junto a mí.

–Aquí tienes –murmura Dominic.

–Gracias —volteó a verle.

–Me alegra verte así, llena de vida —se sonríe.

Doy un trago a mi copa y la alzo en señal de "brindo por eso".

–Creo que estos últimos meses las consultas han sido de mucha ayuda —agrega.

–Lo han sido –contesto centrando la mirada en el portátil.

–Voy a hacer un viaje con Emily y las niñas. ¿Te gustaría venir? –propone de pronto.

–Un viaje... es algo familiar —murmuro.

–Eres mi hermana y Emily también te quiere mucho, ella fue la de la idea.

–Supongo que esta al tanto de todo lo que me ha acontecido.

–Supones bien.

–Y como sienten lástima por mí, han decidido invitarme...

–No sentimos lastima, lo sabes perfectamente. No quiero dejarte sola, es un viaje de una semana, además te servirá para despejarte y nos vendría bien tu ayuda con las niñas para cuando queramos salir a pasear solos —se excusa.

–Entonces quieres mi ayuda... —le digo el juego.

–Exactamente. ¿¡Qué dices!?

– Bueno... ¿A dónde irán?

–Vamos al valle de jerte, te va a gustar mucho el paisaje y sé que por igual te vas a sentir muy inspirada.

Me lo pienso por unos segundos.

–Vale, ire con ustedes.

–Genial –le da un trago a su copa dejándola vacía–. Entonces me ire para que continues con tu inspiración –se acerca y besa mi cabeza–. Cuidate, ten una buena noche.

–Tú igual pequeño santurrón.

Un viaje, la verdad ya tenia tiempo queriendo hacerlo, pero no había encontrado la excusa perfecta o la ocasión ideal. Me gusta estar con Dominic y su familia, me hacen sentir en un hogar. Intento retomar la lectura pero de pronto comienzo a sentirme ansiosa. Me levanto para despejarme y enciendo un cigarrillo. ¿Seré adicta de por vida a esta sensación que me produce la nicotina?, muy lejos de calmarme solo me ayuda a distraerme. Es un momento perfecto entre el cigarrillo y yo, como si hiciéramos el amor, extraña analogía pero puedo complementar explicando como repetimos los mismos movimientos cada vez que lo enciendo en mi boca. No puedo evitar pensar qué sería de mí, si tan solo hubiese sido amada desde antes. Digamos que no por Devon, pero si por otra persona, que se hubiese arriesgado a conocer mi verdadero ser, quedando prendado de mí. ¿Aun así podría escribir?, ¿Mis versos estarían llenos de amor y felicidad y no de la turbia tragedia con la que suelo endulzarles?, ¿Me sentiría llena?, ¿Tendría otros motivos diferentes para sentirme desdichada o por lo contrario estaría disfrutando de la plenitud de una vida feliz?, son preguntas que nunca tendrán una respuesta. No puedo devolver el tiempo y cambiar lo que soy, no puedo simplemente hacer de cuenta que nada ha pasado. He venido al mundo para estar rodeada por millones de personas y sentirme jodidamente sola. Estoy hundida y no puedo salir, por mas que lo intento... El problema soy yo y todas estas emociones que no puedo controlar. No puedo... yo... olvide como sentirme bien. En un momento siento que estoy feliz y luego me sorprendo al darme cuenta que era solo una ilusión. Realmente no estaba siéndolo, estaba distraída de la agonía irremediable que tiende a tomar mi mano siempre. Solo me permitió por un momento probar el buque dulce de la felicidad para que al volver a mi realidad me sienta como la persona desdichada que soy. ¿Por qué mi mente es tan cruel?, ¿Por qué me torturo a mi misma constantemente pensando en el que pudo haber sido y desechando el que será en una apuesta segura al fatalismo donde los hechos que le rodean son todos perjudiciales para mí?. Me he fumado el cigarro hasta el filtro sin darme cuenta, siento como comienza a quemar mis labios haciendo que suelte la colilla por reflejo, llenándome a mí y al sofá de cenizas. Perderme en mis pensamientos es algo habitual para mí, ¿lo será para otras personas?. Salgo de mi letargo y comienzo a limpiar el desastre que he hecho, las cenizas manchan el sofá y en estos momentos me agradezco a mi misma y a mi perezq de haberlo comprando color negro para este tipo de situaciones.

El karma, el amor y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora