Como ya sabíamos los paparazzis abarrotan la entrada. La limusina se detiene un poco más adelante tratando de evitarlos.
–Te esperaré cerca de la entrada ¿vale? –besa mi frente y baja de inmediato.
Observo como los flashes comienzan a rodearlo y él se mantiene sereno y además se desenvuelve muy bien, lo tiene muy controlado. No entiendo como le puede gustar este estilo de vida, pero tiene razón. Si nos casamos este también va a ser mi estilo de vida. Me dejo caer un par de minutos en el asiento, cojo aire y salgo. Me toman algunas fotos pero al no lograr reconocerme no me dan mucha importancia. Entro con prisa y busco entre las personas a Devon, dijo que estaría en la entrada pero no logro verle. Esto está a reventar, mi ansiedad comienza a aumentar y estoy considerando el salir corriendo como la opción más fiable.
–¡Iliana! –exclama una voz femenina tras de mí.
Me doy vuelta y reconozco a la manager de Devon...¿Cuál era su nombre?
–¿Eleonor?, ¿la manager de Devon? –me mira como si estuviera segura de que me he olvidado de ella.
–¡Claro!, me ha costado reconocerte, estas guapisima –la saludo besando sus mejillas.
–¡Tú también! –exclama–. ¿Estas buscando a Devon?
–Si, me ha asegurado que estaría esperándome en la entrada pero... no logro encontrarlo...
–Debe estar en la habitación roja –me asegura.
–¿Habitación roja? –pregunto confusa.
–¡Si, te llevo!, no creo que tenga problema, eres su prometida.
–Claro, te sigo...
Caminamos entre las personas, las luces están bajas y hay música muy alta. Subimos por unas escaleras y entramos a un pasillo estrecho con una puerta al final. Tras abrirla se descubre ante nosotras un salón con más iluminación . En el centro hay una mesa gigante rodeada por varias personas. Logro visualizar a Devon que esnifa un polvo blanco y luego se sonríe con los demas, acto seguido alza la mirada al notarme y de inmediato sus ojos se abren como platos, se levanta y viene hasta nosotras.
–Preciosa –sujeta mis manos.
–No estabas en la entrada –las suelto.
–Has tardado un poco, pensé que habías entrado por otro lugar y he comenzado a buscarte.
–¡Pues aquí drogándome no estaba! –exclamo subiendo la voz.
–Baja la voz –me sujeta del brazo y me lleva.
Eleonor se queda mirándonos sorprendida mientras salimos de la habitación. Me guía hasta otra en el mismo pasillo, más pequeña pero igual con una mesa en el medio.
–¿Desde cuando estás haciendo esto? –le recrimino soltándome de su agarre.
–Iliana por favor, no hagas un drama de esto, es algo normal en esta industria y es meramente recreativo o me ves haciéndolo en casa –se justifica–. Además esto es algo que hacíamos de jóvenes.
–¡No, es algo que tu hiciste de joven, yo solo fumaba hierba!.
–Vale, lo que quiero decir es que no soy un adicto.
–¿Simplemente no puedes decir "no quiero" y ya está?
–¿Pero qué dices?, tu si que eres adicta al vino y al cigarrillo ¿de qué me hablas?

ESTÁS LEYENDO
El karma, el amor y yo
Romance¿Has intentado dejar de amar a alguien? (sin éxito alguno), llegando a pensar que dicho amor es obra de una maldición karmica para hacerte pagar un error cometido en alguna vida pasada. Tras 14 años he amado a la misma persona, que por igual "me ha...