Segundo libro de One Shots publicado.
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Betania no conocía el amor. Nunca había sentido las sensaciones que la ahogaron cuando conoció al cobrizo.
Nunca se le pasó por su cabeza que él pudiese ser el alma gemela, su otra mitad, de la que tanto le había hablado su madre.
Porque ella tenía una madre, ella tuvo una vida humana, ella fue una niña. Y tal vez, aún lo era.
Su existencia se había mantenido en completo secreto. Hasta que cumplió los siete años, siete años de vida en los que había llegado a la madurez.
—Lo has hecho bien —advirtió su padre.
Él siempre le otorgaba palabras frías, pero ella las apreciaba. Después de todo, el Rey Caius jamás fue bueno con las palabras.
—Gracias padre.
Aunque ella vivió con su madre los primeros años de vida, su padre pasaba solamente pocos días al mes.
Claro, que ella no sabía que era un rey.
Pero desde el primer año de vida, supo lo que ella era y lo que su madre y padre eran.
Cumplidos los cinco años, Betania manejaba a la perfección su don tan especial. La manipulación de mentes, el poder de eliminar recuerdos, crear acciones por parte de individuos hipnotizados.
Ella solo buscaba la aprobación de su padre.
Uno que hasta ahora, solo hallaba en palabras frías.
—Me retiraré a mi alcoba.
—No olvides tus deberes, Betania.
—Sí padre.
A Veces, Betania se perdía en los mundos que su mente podía crear, donde se encontraba sola y en paz. Ya no echaba de menos a su madre, ni hacía de todo para hallar la aprobación de su padre.
Betania caminó hasta su cuarto, pero se hallo antes, pensando solamente en el cobrizo.
Esta era la gran conexión que le explicaba su madre.
“Un dia conocerás a una persona por la cual sentirás como tus latidos se intensifican y pierdes el control de tus emociones”
—¿Será posible enamorarme?
“Betania, todos merecen amor. . . Hasta nosotros, los inmortales”
—¿Padre es ese amor para ti?
Ella negó lentamente.
“Mi compañero ya no está conmigo. Pero esa es la persona que hallarás. Una persona que él destino unió a ti, tu otra mitad. . . Él que en otras vidas, fue tu alma gemela”
Los días pasaron y Betania no salía de su cuarto más que para entrenar sus dones y alimentarse.
