Segundo libro de One Shots publicado.
•Abro pedidos cada cierto tiempo.
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•Contenido +18.
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Claro que la noticia de mi supuesto matrimonio se supo rápidamente y llegó, a oídos de quien yo no deseaba. Pero era inevitable.
La madre sultana había pedido mi presencia en sus aposentos. Al entrar, me topé con Gulfen, Maidevran y Hatice.
Las dos primeras se reincorporaron para dar una reverencia. Hatice me observó desde su lugar.
—Hatice. Creí que la madre sultana había pedido mi presencia.
—Lo hizo —espetó— solo esta tratando con temas del harem, llegara en un momento.
Hatice era la favorita de la sultana Hafsa y el Sultán Selim antes de mi nacimiento. Atribuyo a eso, este rencor que ella me tiene. Estaba claro que mi presencia le había robado el amor de su padre.
—Sultana Nurten —Maidevran habló, haciendo que la mirase—. Creemos que no es apropiada su relación con Hurrem.
—¿Quien eres tú para decir eso?
—Tiene razon, Nurten. Solo alimentas tu mala fama estando con ella —siguió Hatice.
Suspiré.
—Apuesto a que la idea de casarse ha sido de la sultana Hurrem.
Alcé ambas cejas y sonreí mientras daba un paso hacia ella.
—No Maidevran, al contrario de ti, mis decisiones no son influenciadas por Hurrem.
—Nurten-
La detuve colocando mi mano frente a su rostro.
—Soy una Sultana, Maidevran. Y si no comienzas a respetarne, veremos que dice el sultán, ¿quieres?
Bajó su cabeza y buscó ayuda en Hatice, pero esta ni siquiera la observó.
—Ya veo —suspiré— le temen a Hurrem.
—No digas tonterías Nurten.
—No sientan pudor. Yo tambien le temería a la mujer que yace en el corazón del sultán.
Entonces hicieron silencio, la madre sultana llego a sus aposentos. Mantuve mi cabeza gacha mientras ella tomaba su lugar.
Desde que entró sentí la mirada juzgadome.
—Gracias por venir, Nurten.
Alcé la cabeza y esboce una sonrisa. —No creo que me haya llamado para fingir el tratarme bien sultana.
—Tienes razon —respondió devolviendome la sonrisa— quieo que respondas rapido, ¿Quién te ha dado la orden de casarte? ¿Quién ha permitido esto?
—He elegido que era hora de casarme, Sultana. Y además el sultán lo creyó conveniente, así que tengo su permiso.
—El manejo del Harem está en mis manos, Nurten —amenazó.
