029 "La casa del Dragon" parte two

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Visella había experimentado desde muy pequeña la pérdida de un ser querido, cuando su padre, el príncipe Aegon primero murió, a ella le tocó sufrir en silencio, observando como su madre dejaba de comer, beber agua, hablarle y mirarla, hasta dejar ...

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Visella había experimentado desde muy pequeña la pérdida de un ser querido, cuando su padre, el príncipe Aegon primero murió, a ella le tocó sufrir en silencio, observando como su madre dejaba de comer, beber agua, hablarle y mirarla, hasta dejar de respirar.

Así que la noticia de la muerte de Lucerys fue algo que pudo soportar, al menos al principio, ella sabía que necesitabas ser fuerte por Rhaenyra, por Jace y hasta por ella misma.

Al recibir el cuervo que informaba de la muerte del Príncipe Lucerys, Jacaerys y ella, corrieron a sus dragones.

-Iré a verla en cuanto termine mis obligaciones -habia prometido Cregan- pediré su mano a la reina.

Visella, que no podía sonreír, asintió.

-Lo esperaré, Cregan.

El lord asintió en silencio.

Jacaerys montó a su dragón y Visella al suyo. El viaje fue aún más corto que antes, ambos estaban apresurados por desmentir lo que había sucedido. Pero al aterrizar en Rocadragon se encontraron con el lúgubre castillo en silencio.

-¿Es cierto Daemon? -cuestionó la princesa, al bajarse de su dragón y encontrarse con su tío en la entrada de la cueva de los dragones.

-¿Dónde está Jacaerys?

Visella se quitó los guantes.

-Vimos al dragón de Rhaenyra. . . Creo que fue a seguirlo.

Ella tomó a su tío de la mano.

-¿Es verdad? ¿Lucerys está muerto?

Daemon la miró a los ojos, con la mirada triste y pasiva. El tacto de su sobrina esta vez no lo tomaba desprevenido.

La princesa sintió el nudo en su estómago, este creció hasta llegar a su pecho. Contuvo la respiración, mancillada por las emociones, sus ojos se cristalizaron.

-Aemond. . . Parece que él había volado antes a Bastión de tormentas -susurró- encontró a Lucerys allí.

Aunque las piernas de la princesa temblaron, ella se sostuvo de los brazos de su tío, apoyó su frente en el hombro de este mismo e intentó no derramar una sola lágrima.

-Rhaenyra ha montado a Syrax. . . No ha dicho ni una sola palabra.

-Fue a buscar a su hijo -respondió Visella, apartándose lentamente de su tío- ahora tú estás a cargo. Como consorte de la princesa. . .

-No puede dejarnos por mucho tiempo.

-No tienes ni idea de lo que puede ser el duelo de una madre, Daemon -lo detuvo- esto no será fácil.

-Tiene que ser fuerte.

-Le han quitado a su hijo -Visella le dio la espalda- no puedes pedirle que sea fuerte ahora. Ten corazón.

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