El sonido de la máquina de café llenaba el pequeño espacio de la cafetería, el vapor subía en espirales lentas, mezclándose con el constante murmullo de las conversaciones de los clientes. Pasaba la tarde en la barra, atendiendo pedidos junto a Lily, que siempre encontraba la manera de hacer que todo pareciera más fácil con su risa contagiosa. Pero hoy, el ambiente no era el mismo desde la llegada de Zahara. La nueva chica, con su actitud altiva y esa mirada crítica, parecía desentonar por completo con el ambiente cálido que solía haber en la cafetería.
—¿Podrías espumar la leche correctamente esta vez, Nisha? —dijo Zahara, con ese tono arrogante que hacía que la rabia me hirviera por dentro—. A algunos clientes les gusta el café bien hecho, ya sabes.
Apreté los labios, intentando controlar el impulso de responderle algo mordaz. Me limité a asentir mientras notaba la mirada de Lily desde el otro lado, quien me lanzó un gesto de advertencia pero también de apoyo. Ambas sabíamos que Zahara era difícil, pero no trabajar con ella no era una opción.
—Lo haré como siempre, Zahara —respondí con una sonrisa forzada, mientras preparaba el pedido.
Ella ni se molestó en disimular su desdén. Con un bufido, se giró y se alejó para charlar con uno de los clientes habituales, que por alguna razón parecía encantado con su compañía. Sentí cómo mis hombros se tensaban y la rabia se agitaba dentro de mí, pero intenté ignorarlo. Todavía me quedaba media jornada, y no quería arruinar el resto del día.
—Es insoportable, lo sé —susurró Lily cuando Zahara se alejó lo suficiente—. Mi tía prometió que solo serían un par de semanas. Solo tenemos que aguantar un poco más, ¿vale?
Respiré hondo, intentando calmarme. Lily siempre conseguía que todo pareciera más llevadero, pero ese día me sentía particularmente agotada, como si algo me oprimiera por dentro. Además, el recuerdo de mi conversación reciente con Azkel no dejaba de rondarme por la cabeza, sumando una capa más de nerviosismo a todo lo que ya sentía.
Azkel. Un nombre que había aprendido hace apenas unos días, pero que ya tenía un lugar fijo en mi mente. Había algo en él, en su mirada profunda y esa manera de moverse con confianza tranquila, que me inquietaba y fascinaba al mismo tiempo. Desde que vino por primera vez a la cafetería para estudiar y terminamos hablando, algo en su sonrisa enigmática me hacía sentir que había más detrás de esa fachada. Algo que me resultaba familiar de una forma extraña, pero que no sabía cómo identificar.
"Deja de pensar en él", me dije, volviendo mi atención a la máquina de café.
Pero era más fácil decirlo que hacerlo. Cada vez que él entraba por la puerta de la cafetería, mi corazón daba un pequeño vuelco, aunque me empeñara en mostrarme indiferente, como si su presencia no me afectara. Y ahora, pensando en él, sentí un nudo en el estómago. Tal vez era timidez, tal vez algo más, pero lo que sabía con certeza es que no podía evitar sentirme atraída por Azkel, aunque intentara convencerme de lo contrario.
El día transcurría lento, como si el reloj hubiera decidido detenerse. Hacía todo lo posible por mantenerme concentrada en mi trabajo, pero mi mente viajaba una y otra vez hacia la misma dirección. La voz de Zahara, aunque irritante, se desvanecía en segundo plano cada vez que mis pensamientos volvían a Azkel o a las noches en las que escapaba volando.
Porque esas noches lo eran todo para mí. La ciudad dormida bajo mis pies, el frío aire de la madrugada acariciando mi piel mientras desplegaba mis alas. Esas alas que solo yo sabía que existían. Era mi secreto más preciado, y la libertad que sentía al elevarme por el cielo era lo único que me mantenía cuerda en días como aquel. Volar era mi escape, mi refugio, mi verdad.
—Nisha, ¿estás bien? —La voz suave de Lily me sacó de mi ensimismamiento.
—Sí, solo... un poco cansada —respondí con una sonrisa ligera. Lily siempre sabía cuándo algo me preocupaba. Aunque no conocía todos mis secretos, sentía que podía confiar en ella. Solo que el peso de las alas, de todo lo que escondía, era a veces demasiado grande como para compartirlo, incluso con mi mejor amiga.
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Entre dos Mundos
Novela JuvenilNisha es una joven huérfana con un secreto extraordinario. Posee unas alas que puede desplegar y guardar a voluntad propia. Vive una vida errante en una bulliciosa ciudad, sin hogar ni familia que la reclame. A sus 16 años, ha aprendido a mantener s...