Capítulo 38

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— ¿Dónde estabas?

— Tenía sed — le resto importancia a la pregunta de mi hermano— ¿Por qué?

— Me llamaron del conjunto de abogados de la FMAC, tengo que ir ahora a la sede, entiendo si te quieres quedar 

— No, me voy, estoy cansada, ya van hacer las 5 a.m. — bostezo forzadamente y a mi lado llegan mis dos amigos— Y más rato tengo que enseñarles algo de programación a estos.

— ¿A nosotros? —se ven

— Ya se los había comentado

— No es ciert... — piñizco el brazo del pelinegro

— Me falto enseñarles otro método fácil para el próximo examen de programación — veo a ambos con los ojos muy abiertos

— ¿Si?

— Si

— Bueno si —terminan por decir

— Está bien entonces, despidámonos de los demás y en minutos salimos, le dejare mi carro a Bastián y yo manejo el de Andrómeda para llevarnos a casa— afirmamos y el sale en una dirección más que clara.

— ¿No te despedirás de todos, querida amiga? — me pregunta el rubio

— No, estoy cansada

— Yo creo que si deberías despedirte ... — me ve mientras entrecierra los ojos— Ya sabes despedirte con el brazo, no con la boca.

— ¿Tratas de decirme algo?

— Solo digo que si estas cansada es porque has hecho algo desgastante — me guiña un ojo

— ¿Eh?

— Que el rojo te va muy bien— golpea mi codo

— De hecho, no me gusta, es un color muy chillón y ...

— Shu! Shu! Ya me entenderás después cuando hablemos

Boca, desgastante, rojo.

Le encuentro relación a sus palabras que me traen de nuevo aquel momento.

— ¿Cómo?

— Shu!

— Pero...

— Shu! — me calla con su dedo — Después me lo contaras señorita

— ¿Me perdí de algo? — interroga Paulo

— Tú perdiste desde que viste a la capitana — contesta David y, curiosamente, el otro se sonroja

— ¿Qué paso con Francesca?

— Cosas — levanta los hombros

— Que no paso, dirás — le toca la punta de la nariz— Cuando lleguemos a la casa de Andro y antes de quedar en coma por 6 horas, creo que los tres tendremos una conversación.

— Yo no necesito una conversación, solo mostrarte un video

— No te atreviste —lo señala

— Y de todos los ángulos — ambos se ven con indignación

— Antes de que ocurra otra cosa, salgamos

Ambos hombres me hacen caso, y salimos a las afueras del club esperando a Aries. Cuando llega, subimos juntos a mi carro en camino a casa. Los 4 estamos callados, pero no por aburrimiento en sí, si no por cansancio.

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